diario de un vallisoletano curioso

martes, 17 de noviembre de 2009

Y en esto llegó la poda


Y en esto llegó la poda. Como un hábito. Sin consulta ni elección a los interesados. Puede buscarse en ello un símbolo de regeneración. Desde que Jung lo dejó claro hasta la práctica de la poda puede ratificarse psicológicamente. ¿Para los plátanos o para el calendario de los urbanitas? Pero los plátanos de sombra quedan desprovistos de su sentido. La mano del hombre los desnuda cada año hasta cambiar su morfología. La estética es otra, asombrosamente opuesta a la frondosidad habitual. ¿En qué se convierten entonces? En unos dedos afilados clamando al cielo. En un signo de desgarro. En una desposesión. En la pérdida de su manifestación ostentosa, generosa. Entonces nos miran con una actitud retorcida, cuya belleza tampoco se nos escapa. Ellos hunden sus raíces, se amarran a la tierra, se dejan nutrir por el subsuelo freático. Exista en el ejercicio de la poda necesidad, costumbre o desagradecimiento, los plátanos han sido despojados de su manifestación, pero no de su fortaleza. Saben esperar en pie su revancha.



No hay comentarios:

Publicar un comentario