No se trata de un modelo de mobiliario urbano nuevo. Es un gesto de recuerdo y reconocimiento de familiares y amigos a un hombre atropellado y muerto la semana pasada en la calle de la Estación. Va formando parte de la fauna urbana agresiva la ligereza e irresponsabilidad, rayando en el delito grave, cuando no cometiéndolo, de ciertos conductores que ignoran la prudencia. Y lo que es peor, que, como vulgares Doctor Jekill, trastocan su personalidad al volante y ponen en riesgo la vida humana, transgrediendo la del prójimo. El semáforo plagado de mensajes y flores durará unos días, hasta que las flores se marchiten y la policía municipal quite los rótulos. Pero, al paso que vamos, la ciudad lleva camino de estar jalonada desgraciadamente de gestos efímeros, pero no menos reales, como éste.
Por otra parte, que el Alcalde aproveche este desafortunado accidente (¿habría que considerarlo crimen?) para justificar la existencia de los radares nos parece un sarcasmo. Todo conductor conoce la ubicación de los radares que hay repartidos por la ciudad, instalados con ánimo recaudatorio. Tal vez el mal se halla en el corazón del hombre: en sus conductas destructivas y autodestructivas, de desprecio al peatón, de ocupación automovilística desmesurada del espacio urbano. Y en este sentido, poco se hace por parte de autoridades para paliarlo. El crecimiento desmesurado y aberrante del parque móvil, la cesión despiadada de las calles a los coches y una política de aparcamientos sin fin que atrae los vehículos no son las mejores formas de propiciar un caminar pacífico y tranquilo. Cada vez que un hombre muere estúpidamente en una calle por causa de un bárbaro al volante, algo se subleva dentro de nosotros.
Por otra parte, que el Alcalde aproveche este desafortunado accidente (¿habría que considerarlo crimen?) para justificar la existencia de los radares nos parece un sarcasmo. Todo conductor conoce la ubicación de los radares que hay repartidos por la ciudad, instalados con ánimo recaudatorio. Tal vez el mal se halla en el corazón del hombre: en sus conductas destructivas y autodestructivas, de desprecio al peatón, de ocupación automovilística desmesurada del espacio urbano. Y en este sentido, poco se hace por parte de autoridades para paliarlo. El crecimiento desmesurado y aberrante del parque móvil, la cesión despiadada de las calles a los coches y una política de aparcamientos sin fin que atrae los vehículos no son las mejores formas de propiciar un caminar pacífico y tranquilo. Cada vez que un hombre muere estúpidamente en una calle por causa de un bárbaro al volante, algo se subleva dentro de nosotros.
Anda,no me habia enterado
ResponderEliminarEl afan recaudatorio de "algunos" no tiene limite.
ResponderEliminarY de todas maneras , un poquito de mano dura con estos salvajes del volante no vendria nada mal.
Salud.
Sí, Bati, hay mucho peligro. Ayer por la noche vi que acababa de suceder el atropello de una señora cerca del lugar de la foto, es decir, también céntrico. El tráfico es un arma suelta en nuestras calles.
ResponderEliminarMiguel. Totalmente de acuerdo contigo en que hay que tener actitudes severas con los que hacen de su coche una pistola, estén o no bebidos.
ResponderEliminarIndependientemente de eso, el alcalde es siempre poco afortunado cuando abre la boca. Siempre para justificar con oportunismo sus decisiones pragmáticas pero poco acertadas. Y sí, es una labor recaudatoria e impositiva extra la de las multas del radar. No pedagógica.
Gracias.
Este alcalde debería pensar dos veces los símiles. O tres.
ResponderEliminarPensar. Una propiedad que se apenas se ejercita. Que si se desprende de su cualidad, entonces resulta un mero acto mecánico. Una irreflexión. Un no-pensar.
ResponderEliminarGracias por recordar a este amigo. Por desgracia no será el último en caer en similares circunstancias.
ResponderEliminarDe nada, Jesús. Me parece que son temas que hay que ir tratando y debatiendo en blogs ciudadanos como los nuestros.
ResponderEliminarY sí, mientras haya gente, que desgraciadamente la habrá, que no sepa estar al volante, tendremos más accidentes (¿hasta qué punto son accidentes?)
Un abrazo.