No puedo evitar tampoco rodear al hombre y su cámara de trípode. Una corporeidad metalizada que me atrae, y que siento cálida y entrañable. Eduardo Cuadrado, el escultor vallisoletano, especializado en figuras de calle, hace de esta figura una extraña representación fantasmagórica, inquietante y tierna a la vez para un pulso con el recuerdo. No tanto por el significado, que es obvio, sino por las formas que se diluyen y por un cierto expresionismo que se atempera en este caso para rendir un claro homenaje al fotógrafo del Campo Grande. Esta vez quiero ser yo quien atrape la escultura desde todos sus ángulos. Al final creo que no lo he logrado. Siempre es más poderoso el hombre de la lona sobre la cabeza, y esa mano que sobresale reclamando la atención y dispuesta al clic.
diario de un vallisoletano curioso
viernes, 29 de octubre de 2010
El cazador, cazado
No puedo evitar tampoco rodear al hombre y su cámara de trípode. Una corporeidad metalizada que me atrae, y que siento cálida y entrañable. Eduardo Cuadrado, el escultor vallisoletano, especializado en figuras de calle, hace de esta figura una extraña representación fantasmagórica, inquietante y tierna a la vez para un pulso con el recuerdo. No tanto por el significado, que es obvio, sino por las formas que se diluyen y por un cierto expresionismo que se atempera en este caso para rendir un claro homenaje al fotógrafo del Campo Grande. Esta vez quiero ser yo quien atrape la escultura desde todos sus ángulos. Al final creo que no lo he logrado. Siempre es más poderoso el hombre de la lona sobre la cabeza, y esa mano que sobresale reclamando la atención y dispuesta al clic.
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Creo que se impone que quedemos a tomar un café. Tenemos miradas gemelas: http://laacequia.blogspot.com/2009/03/naufragios.html
ResponderEliminarSí, creo que sí. Tal vez sean complementarias.
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