¿Sería la Plaza de San Pablo la misma sin el cedro? Hay una complicidad entre dos verticalidades, la fachada de San Pablo y el inmenso árbol. El Palacio Real, a un lado de la plaza, resulta más horizontal y anodino, y no compite. Y el Instituto Zorrilla resulta un testigo mudo al lado de las otras joyas. El Palacio de Pimentel, en la esquina, mira de reojo y resulta más modesto, pero grato. Tampoco compiten el cedro y la iglesia, más bien se observan y se complementan. Dos arquitecturas, dos estilos, dos raigambres diferentes. A mi me gusta verlos así. Como un guiño.
Por cierto, la estatua de Felipe II, queda eclipsada, y aunque se exhiba delante del cedro, no puede con él. Es una copia moderna y escasamente valiosa de la que Leone y Pompeyo Leoni hicieran para el citado rey a mediados del siglo XVI y que se encuentra en El Prado. Una iconografía menor en una plaza que es toda ella arquitectura y donde el árbol mágico no se queda atrás.
En efecto, quizá sea el monumento más emocionante de tan significativa plaza.
ResponderEliminarQuizá lo sea. Y mira que la fachada de San Pablo es grandiosa. Yo creo, no obstante, que a esta plaza le falta algo. O le sobra. No sabría decirte qué, tal vez la misma urbanización del suelo, esa estatua poco agradable, o el que no sea del todo peatonal. Todos los edificios que se sitúan en ella son distintos y es como si faltara un vínculo. ¿O este vínculo será el cedro fantástico?
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