He sacado en este blog puertas majestuosas. Obras de ebanistas con conocimientos amplios de bajorrelieve. Maderas nobles y de buena factura que resisten el clima y el trato. Clima y trato son dos particularidades que se las traen en Valladolid. Puertas que resisten, digo, y que al limpiarlas y rescatarlas recuperan su esplendor. Pero a veces te topas con alguna puerta diferente. Que pasa desapercibida, que no te pega en ese sitio y en este tiempo. Como esta joya del kitsch en los soportales de plena Plaza Mayor, próxima al Teatro Zorrilla. Por supuesto que será una puerta más bien reciente, pero que tanto en sus colores como en sus elementos pretende traer a sus diminutas dimensiones la alegría y el contraste de los colores mediterráneos y a la vez la ornamentación helena. Algo se reclama en ella como si se tratara de la entrada a un santuario. Se dirá que la pobre tiene aires de grandeza, pero no por eso se subestima. La Plaza Mayor no es precisamente el espacio donde destacan los zaguanes más exquisitos y las puertas más ilustres. Así que yo la miro con buenos ojos cuando paso por delante, porque me alegra, y creo que ella se siente encantada. Y saca pecho.
Mira, el color azul es el característico de las puertas y rejerías de Túnez.
ResponderEliminarGracias por tu información. Y yo que pensaba que lo era del Mediterráneo más oriental (Grecia y su pléyade de islas)
ResponderEliminarBueno, también, no me pega que su uso sea exclusivo de una zona u otra...
ResponderEliminar;)