diario de un vallisoletano curioso

martes, 1 de diciembre de 2009

El Arco de Ladrillo, la fortaleza de un material y de un arte


Qué pocas te van quedando, hermano. Al menos para esa operación de ortodoncia integral que quieren hacer contigo. ¿Te repondrán más tarde in situ, si es que has sobrevivido al postoperatorio? Cuántos expresos y mercancías habrán pasado bajo tu arco parabólico. Y tú resistiendo. Cuántos acontecimientos sociales, como el crecimiento en todas las direcciones de la ciudad que prácticamente se ha olvidado de ti. Y tú soportándolo. Cuántos sucesos históricos, algunos de ingrata memoria, tiñeron del color de tu material el propio suelo. Y tú elevándote. Cuántas transformaciones profundas, como la inmediata en que los trenes se tornarán invisibles para ti. ¿La superarás?


Claro, que desde que construyeron ese paso superior de cemento que reparte el tráfico del centro a dirección Sur y viceversa, y que es una obra adolescente a tu lado, pasaste a segundo plano. Prácticamente oculto, ni los conductores te ven, ni los viajeros de los AVE se enteran, ni los peatones te piropean. Ingratos todos ellos. Para parte de las nuevas generaciones ciudadanas eso denominado Arco de Ladrillo significa más el nombre de una calle que tu visible y real existencia. ¿Tanto costará contemplar de vez en cuando con calma y afecto lo que nos rodea? Si en algo tengo en estima de cualquier monumento, independientemente de su espectacularidad más definida o más relativa, es que me hace meditar. Pensar en las ideas que fraguaron aquello, en la mano de obra, en el sentido que tenía para la ciudadanía, en la incidencia en cualquier proyecto que hacía avanzar la técnica y el arte.



Enigmático, ciento cincuenta y tres años te contemplan con esa factura noble y firme de ladrillo. Lo último en interpretaciones de rigor dicen que fuiste una cimbra para la construcción de un puente ferroviario sobre el Duero. Pero pudiste ser una exhibición de la Compañía de Ferrocarriles, en unos tiempos en que los nuevos materiales como el hierro desplazaban poco a poco al ladrillo. No hay más que observarte para dedicar un recuerdo a los geniales albañiles. Por gran parte de tu despliegue el alineamiento del ladrillo va en dirección transversal. Sólo en las bases de apoyo, a un lado y a otro, el ladrillo se mantiene horizontal, apoyado en los sillares de piedra. La fortaleza de un material se hace carne en ti, al igual que te unges con la fortaleza de un arte. Hagamos votos para que el precio del soterramiento no te debilite ni se olvide de ti. Los vallisoletanos tienen la última palabra.

2 comentarios:

  1. Muchas gracias por enlace amigos, nos vemos entre libros.

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  2. A vosotras. No dudéis en aportar comentarios a mis visiones de Valladolid. Soy una esponja que se retroalimenta, ja. Pero las opiniones ajenas son siempre bienvenidas.

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