diario de un vallisoletano curioso

jueves, 31 de diciembre de 2009

Despidiendo el año con charcos


Queridos vallisoletanos. Despidamos el año con una ruta por los charcos de Valladolid. Hay muchos más, pero de momento el vallisoletano curioso os ofrece esta selección. Como freelance que me creo, je, me siento orgulloso de captar imágenes a vuelo, sin mayor compromiso que con el instante en que el acontecimiento se produce. Digamos, pues, que el objeto de la mirada es mi aliado. Os invito.

Primera aclaración de Perogrullo. Los charcos son un producto de la lluvia. Si no lloviera no existirían. Si todo quedara en este axioma el alcalde quedaría exento de mayores explicaciones. Segunda consideración. Pero ésta es una ciudad, histórica y moderna, como suele decirse en los prospectos turísticos, y con sus calles, sus plazas, sus jardines, sus monumentos. Y el suelo está pavimentado de múltiples y variadas baldosas de todos los colores, con predominio triste del gris. Esto nos confiere al menos categoría de ciudad perteneciente al mundo desarrollado. Tercera aseveración. Pero hete aquí que llegan las lluvias, sobre todo como esta racha en que no están precisamente cesando. Entonces las plazas, las calles, los jardines y demás zonas horizontales sacan a relucir su otro rostro, el verdadero cuando llueve. El de las zonas del suelo deprimidas que proporciona sabrosos charcos para inconveniencia de los peatones que no se sienten seguros ni por las aceras. Eso sin considerar cómo te ponen los coches si caminas por el borde de la calzada.

Con frecuencia, queridos y sufridos paisanos, veis los charcos con malos ojos. No sé de quién os acordaréis en ese momento en que el agua se os ha metido por el pantalón o salpicado las medias. Claro que la autoridad diría que no se puede ir despistado por la calle. Pero ¿os imagináis si todos fuéramos con la cabeza gacha, fijos los ojos en el suelo? Pareceríamos una ciudadanía desalentada, hundida y postrada.

Así que os invito a que veáis el otro rostro de la situación. Aprovechad el evento de las lluvias y de sus efectos sobre el embaldosado para disfrutar del reflejo de la ciudad. Los árboles, las farolas, las galerías de las casas antiguas, las torres de las iglesias, las fachadas de los palacios o simplemente la gente que pasa proporcionan una ocasión para ser admirados desde otro ángulo. Así que al mal charco buscadle su contrapartida creativa y a vivir. Ya os secaréis cuando lleguéis a casa.

Empezad, pues, 2010 con buen pie. Éste que os quiere.






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