Ciertamente, ignoro quién es el propietario de este vestigio mudéjar. Desde la calle Estudios, ya en el ángulo con la calle Colón, se advierte que se halla junto a la iglesia de la Magdalena, pero detrás hay un colegio religioso y así mismo se halla transversal el convento de las Huelgas Reales. No sé desde dónde se efectúa el ingreso en el torreón. Entre propiedades eclesiásticas debe andar, pues, la buena torre. Desde fuera, asomando por una tapia, apenas se contempla parte de un enorme arco en ladrillo que las fotografías que han podido hacerse desde algún patio interior muestran que es de influencia árabe. Vamos, el típico arco de herradura, igualmente manifiesto en la ventana. También se ven las ménsulas de piedra que sujetaban el alero desaparecido.
Pero las preguntas que me hacía al comienzo adquieren tintes preocupantes cuando el paseante ve que una casita adjunta a la iglesia de la Magdalena se está reforzando e incluso da la sensación de que aumenta de alguna manera su altura. ¿Va a quedar taponado del todo el viejo torreón? Uno no quiere ser negativo permanentemente, pero sufre por las actitudes nefastas de propietarios y conciudadanos que no reclaman el rescate de su propio pasado. Y Valladolid, que carece de vestigios en superficie de los diferentes recintos amurallados, no está como para ignorar uno de los que le pertenecen. Salvo que la desidia administrativa, el interés entre distintas propiedades o la ignorancia sigan habitando entre nosotros.
Pero las preguntas que me hacía al comienzo adquieren tintes preocupantes cuando el paseante ve que una casita adjunta a la iglesia de la Magdalena se está reforzando e incluso da la sensación de que aumenta de alguna manera su altura. ¿Va a quedar taponado del todo el viejo torreón? Uno no quiere ser negativo permanentemente, pero sufre por las actitudes nefastas de propietarios y conciudadanos que no reclaman el rescate de su propio pasado. Y Valladolid, que carece de vestigios en superficie de los diferentes recintos amurallados, no está como para ignorar uno de los que le pertenecen. Salvo que la desidia administrativa, el interés entre distintas propiedades o la ignorancia sigan habitando entre nosotros.
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