diario de un vallisoletano curioso

sábado, 12 de diciembre de 2009

Mery, al vuelo


Te la encuentras delante del Mercado del Val, que va camino de la tienda de enmarcación de Blanquita Simón. Con la misma risa de siempre, la que conociste cuando erais vecinos. Los tres, Mery, Blanca y tú. Porque Mery Maroto no tiene sólo sonrisa, sino más, porque su sonrisa es extensa. Ríe porque para ella la vida, como su obra, necesita esa risa y la siente como satisfacción. Y la risa o es el efecto o es el conjuro o es el exorcismo. La risa vale para todo, y siempre el bendito recurso.

Mery la pintora, la escultora, la escenógrafa de teatro, la esforzada luchadora contra sus debilidades. Ay, Mery, aquellos zapatitos de tacón que dibujabas y que tanto gustaban a tu vecina Antonia. ¿Sería su incentivo lo que estimuló el crecimiento de tu arte? Lejos queda aquella iniciación. Lejos los recuerdos de vecindad de la calle Loza, el patio, el pozo donde el niño travieso tiraba vuestros zapatos, las familias que pasaban de una casa a otra con el desparpajo sincero que ahora se ha perdido, los apoyos, los mantecados y magdalenas que tu madre María hacía en la cocina bilbaína. Lejos ya Alan Ladd y toda tu afición cinematográfica. Lejos, pero latente el recuerdo. Para eso estamos aquí, para recordar todo esto y más en cada encuentro casual o acordado.

1 comentario:

  1. Me encanta ver que sigues con esa sonrisa tan especial. Un besote.

    Charo Rayuela

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