Lista la autopista del Centro. Cuando lo que demanda el centro de la ciudad es precisamente un apartamiento de la circulación de coches, la apuesta tradicional por parte del Ayuntamiento sigue consistiendo en meterlos por el corazón de la urbe. Varias semanas de obras entre el Puente del Poniente y la Fuente Dorada para consolidar uno de los ejes de tráfico más aberrantes. Y que pasa nada menos que por detrás de los Jardines del Poniente y de la Plaza Mayor, por Cebadería y Fuente Dorada hasta desembocar en esa Y griega de la Bajada de la Libertad y Cánovas el Castillo.
Precisamente esta ruta es una de las más significativas de la ciudad, urbanísticamente hablando. Gran parte de ella está jalonada por uno de esos tesoros con los que pocas ciudades pueden contar en su haber como son los soportales. Cuando la opción de los gestores públicos no pasa de consolidar firmes y asfaltar de vez en cuando calles sin cambiar la orientación del tráfico y la restricción del mismo, no se puede decir que sea una gestión imaginativa ni esperanzadora. La ciudad no se refrenda con la herida del tráfico sino curándola del mismo.
Un deseo más allá del enviciamiento producido por la imposición descarada del automóvil. Que el bosque de los vehículos no nos impidan contemplar las arterias que una vez fueron una conquista de la peatonalidad y hoy están sacrificadas y sometidas a un segundo grado, subalterno e incómodo.
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