diario de un vallisoletano curioso

viernes, 4 de diciembre de 2009

El vallisoletano que puso la peluca a Carrillo

Teodulfo Lagunero, 89 años que pesan pero no anulan, a punto de entrar a la firma de libros

Vas por la calle y te lo encuentras. Un personaje venerable, envuelto en su barba a punto nonagenaria, que se dirige a una librería céntrica a firmar un libro que ha escrito sobre su vida. Y descubres que aquel vallisoletano obligado a irse de su ciudad hace más de sesenta años ha vuelto. ¿Tuvo que largarse por la terrible situación de la política dictatorial en sí? Más bien fue por las envidias y celos de algunos allegados colegas que, además de ser mediocres, se habían uncido al carro vencedor y utilizaban también para su provecho la política única del momento (años cuarenta del siglo XX) Y de pronto te enteras que la ciudad tiene en su haber muchos paisanos que tuvieron que buscárselas fuera de aquí. Por odios, por persecución, por necesidad, por falta de oxígeno, por carecer de perspectivas y hasta por tedio.

Teodulfo Lagunero es de esos vallisoletanos que permanecen prácticamente anónimos para los mismos conciudadanos. Que tuvo que salir más menos pitando en su momento. Y que, sin embargo, por una especial manera de ser imaginativa y emprendedora, no se dan por vencidos nunca. Que su vida ha estado llena de aventuras y de conocimientos, que diría Cavafis el alejandrino, nos lo cuenta en su libro recién horneado que se titula Memorias. La extraordinaria vida de un hombre extraordinario. Sus antecedentes familiares víctimas de la represalia franquista, la experiencia de persecución en sus carnes, las dedicaciones profesionales sorprendentes, la particular conversión al comunismo, la generosidad y sus prácticas de hombre de consenso y de relaciones públicas incluso en el campo de sus enemigos políticos, todo ello se muestra en el libro con una capacidad de memoria asombrosa.

Lagunero, entre Tomás Rodríguez Bolaños y Fernando Manero

Los personajes que salen en su libro, desde nombres locales hasta internacionales, deslumbran y sorprenden. Vidas cruzadas con Lagunero. Para haberle dado la existencia cartas malas, como dice en la introducción a sus Memorias, es estimulante ver cómo supo y pudo jugarlas. Decisión, dosis de saber hacer, tenacidad y ese trenzar los mimbres con los que supo urdir el cesto sin venirse abajo jamás. ¿No es suficiente modelo de inducción y de ganas de vivir un personaje así, tan vitalista y aventurero como Teodulfo Lagunero? Por cierto, Lagunero fue el que introdujo y mantuvo escondido en la España de la Transición a Santiago Carrillo, hasta que su partido fue legalizado. Y sí, el que ideó lo de la peluca célebre que llevó el político comunista para no ser identificado. Vallisoletanos hasta en la sopa, vamos.

2 comentarios:

  1. Gracias por esas palabras, por tu vigilante actitud hacia todo lo que merece la pena, por ese espiritu critico que nos ayuda a entender mejor las cosas y a mejorarlas. Gracias por esa juventud y entusiasmo que sabes transmitir en todo lo que haces. Traer a Lagunero a este espacio de encuentro es otra manifestación más de tu capacidad para que nada de lo que interesa pase desapercibido. Un abrazo

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  2. Sinceramente, Fernando, Lagunero -aunque había oído mencionarlo- es un descubrimiento para mi. Y ahí ya ando con sus Memorias a vueltas. Las vidas intensas me apasionan.

    Salud y sigamos.

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