diario de un vallisoletano curioso

martes, 16 de marzo de 2010

Desde su reino

No se les resiste nada. Campean como monarcas y se lo tienen creído. Cierto que imponen un poco. Con su plumaje exótico son lo más próximo a las míticas aves del paraíso. Es su paso calmo y su imprevista parada desafiante lo que deja al espectador descolocado. Incluso en guardia. La estampa que exhiben deja al paseante prendido, esperando sus movimientos espectaculares de despliegue. Aunque hay más especies, no se puede negar que es la más icónica del Campo Grande. Hoy preside el mundo desde unos de los bancos geniales del escultor Emiliano Barral. En el marco acogedor del monumento dedicado al poeta Núñez de Arce. Pero de Barral tengo pendiente hablar. Un escultor que podría haber dado mucho más juego, de no haber sido por las circunstancias de la historia.


2 comentarios:

  1. ¿Están sueltos por el parque sin asustarse de los humanos?
    Me gustan mucho cuando se pavonean con las plumas extendidas.

    Saludos
    Anuska

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  2. Son los reyes del mambo, digo del Campo Grande. El Campo Grande es lo más parecido al paraíso bíblico, sobre todo a determinadas horas. Claro que, en ocasiones, la especie primero elegida y luego destronada resulta un peligro para las otras especies.

    Buena noche.

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