En un lateral herbáceo del Colegio de Santa Cruz hay una lápida. Recoge una frase de Leonardo Sciascia, el genial escritor siciliano, con ocasión de alguna visita a nuestra ciudad. “Valladolid era una hermosa y antigua ciudad donde me habría quedado para siempre; me gustan las pequeñas ciudades antiguas, espero acabar mis días en una ciudad como Valladolid, o como Siena, una ciudad en la que el pasado del hombre está grabado en cada piedra”. ¿Por qué esta lápida solitaria cargada de buenas intenciones en este espacio huérfano?
No sé si Sciascia era demasiado complaciente con Valladolid al hacer esa declaración o si realmente la ciudad le atraía. Tampoco se trata de una frase de gran compromiso y brillantez, en boca de un hombre como él de gran compromiso narrativo y político en el acontecer de la Italia del siglo XX. Tal vez se tratase de una frase de circunstancias, a propósito de alguna conferencia o algún reconocimiento. Ignoro en cuántas ocasiones visitó la ciudad. En uno de los libros que más aprecio de este autor, Horas de España, con unas fotografías de Ferdinando Scianna, tan expresivas o más que los textos, no aparece Valladolid. Tampoco es exactamente un libro de viajes, sino más bien de estudio y meditación sobre cuestiones de historia y cultura españolas.
El caso es que esta solitaria lápida me sugiere algo que desconozco si no se le habrá ocurrido también a quienes deciden. ¿Por qué no hacer de este pequeño espacio recoleto y enjaulado un Memorial? Viajeros ha habido de siglos que han pasado por Valladolid y escrito cosas más o menos ingeniosas y significativas. ¿Os imagináis una frase por aquí de tal viajero u otra por allá de otro o una más del de acullá? Naturalmente, las frases que se podrían elegir no tienen por qué coincidir con las intenciones y deseos ni de nuestros munícipes ni de la Casa de la Sabiduría universitaria. Para expresión de las voluntades de los poderes fácticos ya existe abundancia de oficinas de comunicación y connivencia firme con la prensa y la televisión del momento.
Elegir determinadas frases de algún texto de León de Rosmithal, Antoine de Lalaing, Andrea Navagiero, Enrique Cock, Barthélemi Joly, Pinheiro da Veiga, Jouvin, George Borrow o Edmondo de Amicis, por nombrar a algunos lejanos visitantes de allende las fronteras de otros tiempos, convertiría la hierba de Santa Cruz en un jardín textual francamente atractivo. Sería además una manera de que nuestra ciudad probase sobrada y definitivamente su patente de tolerancia y encaje acerca de la opinión ajena. Nada hay que ennoblezca más a una ciudad que la aceptación de los comentarios y opiniones de los viajeros extranjeros del pasado. Ellos estaban libres de prejuicios, o tal vez no, pero sí fueron muy receptivos para captar la vida ciudadana, el carácter de sus pobladores y efectuar un reconocimiento de su herencia monumental. Eso. ¿Por qué no un Memorial de textos en la piedra que pudiera visitarse? Sería todo lo contrario a un cementerio. Un Memorial de escritos es la mejor expresión de vida.
El caso es que esta solitaria lápida me sugiere algo que desconozco si no se le habrá ocurrido también a quienes deciden. ¿Por qué no hacer de este pequeño espacio recoleto y enjaulado un Memorial? Viajeros ha habido de siglos que han pasado por Valladolid y escrito cosas más o menos ingeniosas y significativas. ¿Os imagináis una frase por aquí de tal viajero u otra por allá de otro o una más del de acullá? Naturalmente, las frases que se podrían elegir no tienen por qué coincidir con las intenciones y deseos ni de nuestros munícipes ni de la Casa de la Sabiduría universitaria. Para expresión de las voluntades de los poderes fácticos ya existe abundancia de oficinas de comunicación y connivencia firme con la prensa y la televisión del momento.
Elegir determinadas frases de algún texto de León de Rosmithal, Antoine de Lalaing, Andrea Navagiero, Enrique Cock, Barthélemi Joly, Pinheiro da Veiga, Jouvin, George Borrow o Edmondo de Amicis, por nombrar a algunos lejanos visitantes de allende las fronteras de otros tiempos, convertiría la hierba de Santa Cruz en un jardín textual francamente atractivo. Sería además una manera de que nuestra ciudad probase sobrada y definitivamente su patente de tolerancia y encaje acerca de la opinión ajena. Nada hay que ennoblezca más a una ciudad que la aceptación de los comentarios y opiniones de los viajeros extranjeros del pasado. Ellos estaban libres de prejuicios, o tal vez no, pero sí fueron muy receptivos para captar la vida ciudadana, el carácter de sus pobladores y efectuar un reconocimiento de su herencia monumental. Eso. ¿Por qué no un Memorial de textos en la piedra que pudiera visitarse? Sería todo lo contrario a un cementerio. Un Memorial de escritos es la mejor expresión de vida.
Como idea me parece estupenda.
ResponderEliminarZonas, ahora frías, se volverían cálidas y con ganas de visitarlas.
Saludos
Anuska
Como las autoridades no sean de tu misma opinión no hay nada que hacer. Tal vez algún día la imaginación implante sus reales y la realidad se vuelva más divertida.
ResponderEliminarEn ocasiones pienso que no sabemos administrar la herencia cultural recibida. Ay, tiempos estos en que todo quisqui se pelea por salir en la-foto-de-cada-día-háznosla-hoy.