diario de un vallisoletano curioso

miércoles, 31 de marzo de 2010

Aquellos vallisoletanos

Esta entrada podría titularse también reivindicación de la gente común. Porque esa gente común también está en los pasos. Cuando uno contempla esas escenas relacionadas con la mitología de la Pasión no se queda ya con los rostros sufrientes archiconocidos, que más o menos responden todos a un estereotipo de hombre torturado o de madre angustiada y dolida, sino sobre todo con las caras coléricas o los gestos nobles de algunos de los personajes que forman parte de la escena.

Tal vez porque a uno le enseñaron de pequeño a contemplar un ángulo es por lo que desea ahora mirar el conjunto. Y para ver este conjunto debe advertir los otros lados del polígono de figuras y de significados. Más allá de los protagonistas, están los secundarios y los actores de reparto. ¿Menos importantes? Según se mire. Es en estos personajes secundarios donde veo a nuestros paisanos del siglo XVII. Modelos cuyas facciones han sido afeadas para que estén en su papel de sayones. Verdugos, torturadores, soldados. O bien para que den verosimilitud a otras actitudes morales positivas, y se encarnen en personajes caritativos o generosos. Estos los vemos representados con rasgos más aproximativos y bondadosos.

Hoy me apetece considerar este tipo de personajes. Y celebrar la encarnación del papel que cumplen en el drama. Al fin y al cabo están extraídos del vulgo castellano y vallisoletano de la época en que los imagineros realizaron las esculturas. Me sorprendo en la observación de sus movimientos ordinarios, o al contemplar la ejecución de unos actos ya descritos en los textos, y sonrío con su verismo exagerado e incluso esperpéntico. ¿Por qué desdeñarlos?

Ya no causa efecto el Barroco de la Contrarreforma, aunque vivamos tiempos de elementos múltiples y mixtificados que a veces recuerdan la estética barroca, pero con otras características. El medio y el mensaje han variado desde los tiempos de la catequesis clerical del siglo XVII, y hasta se han eclipsado. Ha cambiado tanto la geopolítica, incluso la religiosa...Y hemos heredado arte; lo valoramos y lo preservamos, y las figuras están ahí, con su tópico a cuestas. ¿De qué vallisoletanos tomaban su faz? El de capucha y barba, ¿no sería acaso un ebanista? El que sostiene el madero, ¿no podía tratarse del borrachín de una cantina de la Corredera? El del turbante tipo afgano, ¿por qué no podía ser un cantero? El calvo y bigotitos que abre el post, ¿no recuerda a un recaudador de impuestos? Y el de la trompeta, ¿no tiene pinta de alguacil? Sí, es verdad que en la película los agentes encargados de ejecutar la Ley hacen de malos pero, ¿no son acaso nuestros malos?

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