diario de un vallisoletano curioso

jueves, 25 de marzo de 2010

Pararse ante este monumento


No hay que dejar pasar el instante. La belleza de la primavera es precisamente su condición efímera. O cómo se convierten en una dimensión superior los elementos naturales. El viandante debe rebajar su paso y trocarse en paseante. Abstraerse ante la sorpresa. Conque simplemente se pare y contemple las manifestaciones excepcionales que estos días se brindan a sus ojos hallará sentido. Se verá afectado. No hay visión de la belleza que no nos atraviese y nos transforme. La vida está hecha de pequeños cambios. Aprovechemos el contrapunto a nuestros ritmos agitados y a nuestras angustias soterradas deteniéndonos ante este árbol total. Advertir el cortejo de sus flores, su forma, sus colores, es cargarnos de luz. No es nada difícil mirar y aprender a observar. Algo se queda dentro de cada uno. Al fin y al cabo, somos parte de un sistema entrelazado con este arbolito. Y no es puro símbolo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario