diario de un vallisoletano curioso

domingo, 21 de marzo de 2010

Hoy, ¿Día de qué?


El calendario no da abasto para celebrar el Día de alguna cosa. Pocos Días dejaría yo en vigor en el santoral de las celebraciones, si me permitieran. Y sólo mantendría los relacionados con la Naturaleza. Eliminaría todos aquellos que concitan y asfixian a los ciudadanos con sus apelativos y reclamos mercantiles, prescindiría de los que llevan nombres de seres mitológicos que se han incrustado como lapas a nuestra cultura y relegaría al olvido los que recordaran acontecimientos épicos donde corrió la sangre de la Humanidad próxima o lejana.

Pero los humanos han sido consecuentes desde el principio de sus trabajos y sus días. Al comienzo supieron celebrar los solsticios y los equinoccios, los tránsitos de las estaciones, sin necesidad de nombrarlos especialmente. Estaban tan vinculados a la naturaleza que lo obvio no tenía por qué ser recordado permanentemente. Es este alejamiento nuestro de hoy día lo que lleva a los bienintencionados, o a los falsos para curarse en salud y aparentar, a decidir el nombramiento formal del Día del Agua, Día del Medio Ambiente, Día del Árbol...etc. Aunque lo que verdaderamente podría ser el mejor homenaje: procurar el mantenimiento de los ríos, el abastecimiento de las fuentes, la protección de las costas, el cuidado de los bosques o la calidad del aire, por citar algunos aspectos cruciales de la vida, deja mucho que desear. La naturaleza se ha estado vendiendo al traficante que pagara más y las autoridades históricamente no han puesto coto a la comercialización de la naturaleza a cualquier coste.

Dicen que hoy era el Día del Árbol. En los colegios habrán hecho trabajos y salidas. Las autoridades educativas y administrativas en general se habrán lavado la conciencia, aunque las cosas sigan en su punto. En el punto de que todo lo que se haga no es bastante para reencontrarnos con la madre Tierra.

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