diario de un vallisoletano curioso

sábado, 13 de marzo de 2010

Pompa y circunstancia

Ahí andaban, en el entierro de Delibes, como si nada. Como si actuaran procesionalmente cada día. Expertos en cargar con sus mazas de plata del XVII, esas viejas insignias de autoridad. Maceros a tiempo parcial. Experimentados en acompañar las comitivas excepcionales del regidor y sus munícipes. Los hombres estandarte zanjan su jornada de trabajo, que ha sido también de pompa y circunstancia. Envueltos en su dalmática, enarbolan la insignia de la ciudad. Hacen bonitos los colores contrastados, luce la vestimenta noble, fantasea el tocado del que se han desprovisto. Imagino el diálogo, mezcla de oraciones interrogativas y aseverativas. Qué hacemos. Nos vamos, nos cambiamos. Esto pesa, tú. Menos mal que el Ayuntamiento está cerca. Quedamos dentro de un rato para tomarnos un vino. A mi me esperan. Imagino lo auténtico, lo cotidiano. Sopeso el valor de lo natural y la sinceridad de lo humilde entre colegas. La representación terminó. La obra de la vida sigue.

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