Los modestos trampantojos siguen ejerciendo sobre mi un hechizo inexplicable. ¿Por qué cegarían los ventanales de los balcones? ¿Qué composición del habitáculo habrá detrás? En este caso se combinan con la barandilla verdadera del balcón. Y qué bien dan el pego. Hasta la paloma se hace cómplice en la simulación de unas ventanas tras las cuales nadie se asomó jamás. Misterios de mi ciudad.
Anda.
ResponderEliminarNunca me habia fijado en que eran trampantojos
No son los únicos que hay en Valladolid. Y estos son de lo más humildes o simples. Tal vez los más logrados para el objetivo: pasar desapercibidos como ficción refuerza la imagen de unas ventanas que en realidd no existen. ¿Ves de qué manera se puede engañar al ojo? Las cámaras fotográficas no lo han descubierto todo...
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