diario de un vallisoletano curioso

domingo, 10 de enero de 2010

¿Un hotel o un paisaje?

Me gustan las recuperaciones. Las de un edificio, las de un entorno, las de un paisaje. No me importa si el objeto de recuperación es sacro o profano. Ni si es de tamaño grande o pequeño. Ni si sirve como contenedor o como continente. Ni si agrada a un sentido o a todos los sentidos. Lo reconozco. Me da un brinco el corazón cada vez que veo que una ruina o una casa largo tiempo abandonada se han transformado y dotado de uso. Siempre que se mantenga la esencia y en la medida de lo posible la totalidad. Es como si reviviera.

Así que cuando ayer descubrí que la antigua fábrica de harinas que he conocido toda la vida junto al Puente Mayor es un nuevo hotel, y que exteriormente retoma una entidad de edificio armónico, me alegro por la ciudad. Es verdad que está en una encrucijada un poco difícil. Un cruce caminos tan antiguo como clave en el Valladolid septentrional. Que el tráfico circundante es denso. Pero la ubicación de salida hacia el aeropuerto, León o Burgos -ubicaciones históricas como pocas-, así como la proximidad del centro, lo hace interesante.


La parte que se ve en la fotografía se erige sobre el agua mansa del post Canal de Castilla que, acto seguido, desemboca en el río Pisuerga. Su reflejo en el canal adquiere una imagen que me pareció deslumbrante. Ignoro el por qué de ese color delicadamente verdoso que mecido por el agua bien podríamos llamar verdín. Advierto que se ha añadido una edificación transversal a la disposición del antiguo edificio de la fábrica, seguramente para habitaciones. Esta disposición cara a una parte de atrás amplia como es el último tramo de la caída del canal -la dársena queda un poco más arriba y estas son aguas excedentes del canal- y al parque lateral al arroyo, casi la convierten en verdadera fachada. No me cabe duda de que con ese ángulo en escuadra de los dos edificios se dota al lugar de tranquilidad.

La verdad. Si me lo cuentan no me lo creo. Más parece una mansión de Centroeuropa que de la Meseta. Pero a primera vista, como dirían las guías turísticas al uso, hay encanto.

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