Que nadie se abrume ante el telón de propaganda y de soberbia humana que exhibe esta fachada del Colegio de San Gregorio. Eran tiempos lejanos. Que existieron. A mi me recuerda un poco aquellas representaciones helenísticas de Laocoonte y sus hijos, o la del Río Nilo y sus afluentes representados también en criaturas. Es obvio que el eje central es el escudo de los Reyes Católicos, confirmando la conquista de Granada a través de ese árbol tan representativo, precisamente en torno al cual los niños se mueven con descaro. Pero todo el mundo sabe que la conquista de Granada es la puntilla con que se abre eso que se ha dado en llamar la unidad de España. Y que algunos prefieren denominar la constitución del nuevo Estado, aunque éste aún se le reconociera con el nombre de Castilla.
Tal vez ahí está la clave. El enorme escudo y los leones es el emblema, lo oficial, lo que se va a reproducir en todos los documentos del nuevo Estado. Los niños de rostros sonrientes que, por cierto, son bastante clónicos, puede ser el símbolo de lo que llega y se va incorporando. Fachada intensamente política, en un centro expedidor de teología como fue el Colegio de San Gregorio, hace pensar en los entresijos y juego de cesiones y concesiones entre los poderes eclesiásticos y los de la realeza. Pero ésta es otra historia.
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