Una fachada de medio lado. O casa de dos puertas mala es de guardar. Pero no, esta vez la casa está guardada y bien guardada. En otras ocasiones he manifestado mi admiración por el hecho de que se decoren las medianerías, abundantes en los edificios de nuestra ciudad. No hay muchas cubiertas de motivos, es cierto, pero las que hay, incluso en su sencillez, revelan un adecentamiento y producen una mirada más grata a los vecinos del entorno y en general al peatón.
Son este tipo de trabajos ingeniosos los que hay que valorar a la hora de aliviar las situaciones acontecidas en el pasado con esas medianerías que a veces permanecen durante años al descubierto de una manera fea. Producto de un derribo en cuyo solar no hay manera de que se erija edificio alguno. O bien por causa de adentrar la línea de la calle al construir nuevas edificaciones. Y si se mira atentamente, la verdadera razón sigue siendo el haber levantado edificios de doble o triple altura a los que ya había en la línea tradicional de la calle. En este sentido, introducir un elemento pictórico, si bien no corrije el defecto de fondo, al menos dulcifica el paredón.
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