Pero también ofrecen sus espléndidas melenas estilo Rey Sol, su espigada espalda, sus orondas nalgas, sus ancas pesadas y seguras, su rabo recogido entre los glúteos. El león muere también por la boca, como dicen que muere el pez, simplemente porque con frecuencia tras su rugido monumental se abandona a la lasitud, a la digestión y al aplazamiento del apareamiento. Aquí, en la Plaza de la Universidad, no tan ajenos al smog ni a la inclemencia de los tiempos, ya que su deterioro es notable, siguen ofertando su mercadería emblemática. Abandonados a su suerte y tal vez poco acompañados por el peatón de esta época, que pasa ignorándoles. A mi me resultan simpáticos estos leones y aunque pueda ser malinterpretado, me parece que se conservan en mejor estado por detrás que por delante.
diario de un vallisoletano curioso
martes, 26 de enero de 2010
De cara y culos
Que nadie vea perversidad ni equívoca intención. Los leones están ahí. De cara a la ciudadanía, sentados sobre columnas, mostrando a los paganos los escudos de Castilla y los del templo del Saber. Esos que muestran un árbol frondoso y aquel lema sacro: sapientia edificavit sibi domum. Como un pasaje protector del edificio universitario, se despliegan en torno a éste pregonando la buena nueva, que ya resulta bastante vieja. A modo semejante a un dromos, la avenida procesional donde las esfinges de los templos egipcios conducían hasta la entrada. Esfinges protectoras en el antiguo reino de las castas sacerdotales del Nilo, leones regordetes de apariencia fiera aquí.
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