Lo que ya es surrealista del todo es que sea una tahona. Porque si la pancarta anuncia lo que anuncia, ¿qué es lo que nos venden? Pongamos que la masa del pan viene congelada y tienen en alguna parte de la instalación un horno microondas donde meterla y dejarla doradita. ¿Merecía tal oferta un cartel de estas dimensiones extraordinarias? ¿O es que constituye parte de las acciones Repsol el pan recién hecho? Porque acaso a los accionistas les interesaba saberlo, por si eso eleva la cotización bursátil. En fin, que la conexión entre algo tan dispar como los surtidores de carburantes y el pan no deja de chocar a las mentes aún exigentes. Y es que el surrealismo español, que antes no tenía precio, ahora se ha vuelto de lo más interesado.
Lo curioso del caso es que todas estas ofertas nos las venden como si fueran servicios. Y uno que es antiguo pensaba que el servicio era entrega y dedicación sin que mediara la pela...
Y, hasta hace poco, era uno de los pocos sitios donde pillar una litrona fresquita cuando todo lo demás había cerrado...
ResponderEliminarUn verdadero self, oiga. Pero a mi siempre me hizo gracia el cartel tan desproporcionado sobre las mangueras de gasoil y otros riberasdueros, ja.
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