diario de un vallisoletano curioso
domingo, 31 de enero de 2010
Entre flores, frutas y verduras
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sábado, 30 de enero de 2010
Los niños del granado
Que nadie se abrume ante el telón de propaganda y de soberbia humana que exhibe esta fachada del Colegio de San Gregorio. Eran tiempos lejanos. Que existieron. A mi me recuerda un poco aquellas representaciones helenísticas de Laocoonte y sus hijos, o la del Río Nilo y sus afluentes representados también en criaturas. Es obvio que el eje central es el escudo de los Reyes Católicos, confirmando la conquista de Granada a través de ese árbol tan representativo, precisamente en torno al cual los niños se mueven con descaro. Pero todo el mundo sabe que la conquista de Granada es la puntilla con que se abre eso que se ha dado en llamar la unidad de España. Y que algunos prefieren denominar la constitución del nuevo Estado, aunque éste aún se le reconociera con el nombre de Castilla.
Tal vez ahí está la clave. El enorme escudo y los leones es el emblema, lo oficial, lo que se va a reproducir en todos los documentos del nuevo Estado. Los niños de rostros sonrientes que, por cierto, son bastante clónicos, puede ser el símbolo de lo que llega y se va incorporando. Fachada intensamente política, en un centro expedidor de teología como fue el Colegio de San Gregorio, hace pensar en los entresijos y juego de cesiones y concesiones entre los poderes eclesiásticos y los de la realeza. Pero ésta es otra historia.
viernes, 29 de enero de 2010
jueves, 28 de enero de 2010
El alma del violín

De ella solo sé que se llama Tatiana. Obviamente es rusa. Se instala en el cruce de la calle Santiago con Zúñiga. El violín es su alma. Detrás, seguro que tendrá otras almas vivas, algunas lejanas. Ofrece también a la venta algunos discos de cosecha y edición propias. No sé más, pero todo sería cuestión de preguntarla. Con quedarse un poco escuchándola ella se conforma y le gratifica. Pone cara sonriente, no sé si por bondad con la gente o con la composición que ejecuta. El que transita por la calle debería detenerse. Desafiar la algarabía febril y estresante del ir de compras. Desonectar dos minutos. Sintonizar con su arte. Apreciarlo. Estimarla. Porque el verdadero alma del violín es la violinista.
miércoles, 27 de enero de 2010
Aire profundo, aire nuestro
La escultura se erigió en 1982, en homenaje al poeta Jorge Guillén, nacido vallisoletano. Chillida tomó como referencia aquellos versos del poeta en su obra Cántico:
...Soy, más, estoy. Respiro.
Lo profundo es el aire.
La realidad me inventa,
Soy su leyenda. ¡Salve!
...Soy, más, estoy. Respiro.
Lo profundo es el aire.
La realidad me inventa,
Soy su leyenda. ¡Salve!
Va a hacer veintiocho años de la familiaridad de esta escultura moderna en una ciudad de referencias antiguas. ¿Quién iba a decir que los versos de Jorge Guillén iban a consolidarse en el lenguaje paralelo de este monumento?
martes, 26 de enero de 2010
De cara y culos
lunes, 25 de enero de 2010
Mirada sobre el tiempo
domingo, 24 de enero de 2010
Estética contra estética
Le doy vueltas al asunto y no se me ocurren sino dos explicaciones. Por una parte, que sigue existiendo la extendida costumbre del peloteo en este país. Y por otra, la ausencia de criterios artísticos razonables entre los responsables del encargo, y/o al menos de sentido sobre la conveniente ubicación de una obra.
El Patio Herreriano es por sí mismo una unidad armónica que no precisa más que de un elemento: su propio espacio interior vacío. Y una atención: el mantenimiento a lo largo de los años. Es una estructura medida y completa de la mano y trazado de Juan de Herrera. Todos sabemos los avatares históricos del edificio: la desamortización que se cebó sobre el Monasterio de San Benito o la posterior transformación en cuartel del Ejército. Si ya su rescate fue un triunfo para la sociedad civil, y la recuperación resultó francamente buena, por favor, no lo estropeen con la invasión del patio por parte de un grupo escultórico circunstancial, sin gran interés artístico. Desde luego, la composición ya puede ser todo lo cordial y familiarmente expresiva que se quiera, pero el tamaño destroza con su gigantismo el entorno. Este grupo a dos, independientemente de que recuerda el abusivo culto a la personalidad que tanto ha caracterizado la historia de las naciones, tiene una dimensión que, en todo caso, precisaría de una situación en modo alguno a ras de suelo. Dicho de otra forma: ni es el lugar ni es la manera.

¿Un caso de Política contra Estética? Ni siquiera eso. Pienso más bien que aquí se produce un choque entre estética con minúsculas, la de los funcionarios sedientos de complacer a una representación del Poder del Estado, y la Estética herreriana, la obra originaria del arquitecto, que bastante tiene con sobrevivir a la incuria del tiempo. Es de desear que no sucumba a la mole desproporcionada que ocupa su cuadrilátero. Esta imagen, de momento, y ya va para nueve años, está francamente dañada.

Y eso se produce en lo que además es parte de un Museo reciente -de Arte Contemporáneo- que debería vigilar con sumo cuidado los elementos que lo componen. Miren si se concederá escasa importancia a la escultura que, si buscas en la página web del Museo, pasa prácticamente de refilón. Como si a nadie gustase, pero no se atrevieran a decirlo. Por lo demás, disfruten de las fotografías, complázcanse en la obra del inmenso Herrera y midan las proporciones. Admiren los frutos de sus columnas toscanas y ese cuerpo superior airoso en su justo punto.
¿Un caso de Política contra Estética? Ni siquiera eso. Pienso más bien que aquí se produce un choque entre estética con minúsculas, la de los funcionarios sedientos de complacer a una representación del Poder del Estado, y la Estética herreriana, la obra originaria del arquitecto, que bastante tiene con sobrevivir a la incuria del tiempo. Es de desear que no sucumba a la mole desproporcionada que ocupa su cuadrilátero. Esta imagen, de momento, y ya va para nueve años, está francamente dañada.
Y eso se produce en lo que además es parte de un Museo reciente -de Arte Contemporáneo- que debería vigilar con sumo cuidado los elementos que lo componen. Miren si se concederá escasa importancia a la escultura que, si buscas en la página web del Museo, pasa prácticamente de refilón. Como si a nadie gustase, pero no se atrevieran a decirlo. Por lo demás, disfruten de las fotografías, complázcanse en la obra del inmenso Herrera y midan las proporciones. Admiren los frutos de sus columnas toscanas y ese cuerpo superior airoso en su justo punto.
sábado, 23 de enero de 2010
Se sube el telón
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viernes, 22 de enero de 2010
Al pie del humilde mojón
Este poliedro de tres caras cuya forma de remate -cual tricornio del dieciocho- se me escapa, es uno de esos iconos procedentes de la vieja España, como el toro de Osborne o el Anís del Mono. Lo curioso es que mientras muchos de estos emblemas tradicionales van desapareciendo comercial y publicitariamente, el mojón de carretera persiste en su férrea voluntad de marcar caminos que hoy se orientan por el GPS. Salvo que las normativas europeas lleguen un día y decidan que hay que variar las referencias de distancias y recorridos. Pero siempre nos quedarán los mojones de museo o de recuerdo. Yo ya me tengo apuntado uno.
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