Parece mentira pero lleva de vida ciento treinta años. Salió de los planos y de la fructífera mente del arquitecto Jerónimo Ortiz de Urbina, el mismo autor del Pasaje Gutiérrez, por citar otra obra suya conocida. Nacida como posada, parece ser que tenía otra edificación gemela al lado, separadas ambas por esa calle llamada del Arco. Y es que está justo ahí, junto al Arco de Ladrillo, zona de expansión industrial y ferroviaria a finales del siglo XIX, y que ahora mismo empieza a notar también otra etapa de cambios estratégicos por el soterramiento del ferrocarril.
Si yo fuese un millonario yanqui de los de otra época habría comprado ya el viejo caserón. El escalextric de hormigón lo ha estado ocultando durante más de cuarenta años. Pero con un poco de suerte y dado que el Paseo del Arco de Ladrillo está tomando otros aires modernos, y con el proyecto de la Ciudad de la Comunicación aún pendiente de ejecutar, es deseable que el viejo Parador de la Alegría pueda permanecer a salvo. ¿No ha sucedido algo así con la antigua fábrica de harinas junto al Puente Mayor, transformada en hotel?
Se impone girar por la calle del Arco y dar la vuelta hasta contemplar su maltrecha parte posterior. Se nos depara una sorpresa. Una arquitectura tipo chalet suizo, que se llevaba bastante en el siglo XIX en edificios relacionados con el transporte. Cuando ves ese soportal de madera del que apenas se vislumbra su parte superior desde la calle debido a la dificultad de la tapia estás contemplando una genuina muestra perdida en el tiempo y en la geografía.¿Se imaginan una buena y fidedigna rehabilitación arquitectónica y de estilo?
Uno lo ve ya dotado nuevamente de un uso total -hoy se circunscribe a un pequeño bar- con fin hotelero, rescatando la tradición para la que nació. Al fin y al cabo, superada la barrera del tren, y a las puertas del nuevo plan de centralidad que va a crear un nuevo barrio en los terrenos de los Talleres de Renfe, no tendría sentido dejar perder este edificio de tomo y lomo que podría ser contemplado abiertamente. El no va más. El vitalista parador no debe acabar malparado.
En Barcelona se han hecho tantos desastres con edificios históricos. Ahora ya no, ahora existe más respeto y se ha tomado conciencia de que estos edificios no pueden desaparecer porque son historia pequeña de una ciudad. Una ciudad es mejor si respeta su historia y su tradición. La casa que muestras es un caserón recio al que se pueden dar usos diversos.
ResponderEliminar¿También en Barcelona? Pues si eso ha acontecido ahí, no imaginas la destrucción que se ha producido en Valladolid, sobre todo en las décadas 60/70 el siglo pasado. Me paso la vida lamentándolo.
ResponderEliminarhttps://www.facebook.com/photo.php?fbid=296825887172314&set=gm.10152796344987526&type=1&theater
ResponderEliminarDisculpa, Francisco, pero no logro ver la página del enlace. Muchas gracias.
EliminarYo viví a y a via una huerta también la bendiero para una fábrica. Y la casa también la venidero y la tirado la casa del arco ladrillo yo vivía 2
EliminarQue vivía ahí en esa casa muchos años con mi familia 2 luego se murió los dueños el hijo lo vendió y la casa se vendió y la tirando
ResponderEliminarHabía también una fábrica de velas. Una fábrica de harinas y ubo un fuegestaba la fábrica también de chocolate la llave
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