diario de un vallisoletano curioso

viernes, 14 de mayo de 2010

Desde el Coco

Tras la cristalera del bar Coco (La mano tonta está perdida en otro barrio y en otro tiempo, ¿verdad?) se ve un universo. En el tapiz de piedra hay algo más que culto a la personalidad de unos reyes, de un cardenal o de una fe dominante. Los símbolos del pasado se fugan y se revelan en la lenta y vigilada modernidad española con otros aires estéticos. Tal vez la épica y la lírica echaban un pulso en la portada de San Gregorio. El adoquinado de la calle -obra presente pero con estilo secular- y los tenderetes del mercadillo castellano es como si quisieran retrotraernos al pasado. Ficción. Nada vuelve nunca del todo.


5 comentarios:

  1. Soy asiduo a esa cafetería y a esa mesa. Qué voy a decir que no hayas dicho tú, captador infatigable de las perspectivas que nos brindan una ciudad aún por descubrir. ESa plaza, ayer la imagen del poder, es hoy el espacio donde la vista se deleita con la placidez de la piedra hecha retablo. Un abrazo

    ResponderEliminar
  2. No sé si conociste el bar La mano tonta, Fernando. Estaba junto al paso a nivel de La Farola, en el Camino de La Esperanza. Era del mismo dueño que tiene ahora Coco. Era una casita molinera, un lugar amable que se calentaba con una estufa de las antiguas, de carbón y cisco, y esto hace pocos años. Tenía un patio que en veerano hacía de terraza interior. Allí no había plaza, paisaje exterior, monumento de piedra. Pero te permitía una lectura y una reconcentración muy grata. Y las charlas con amigos resultaban entrañables. Era un lugar no de paso, sino donde había que ir expresamente. Un espacio de encuentro. Ahora por el Coco voy escasamente, no me pilla a mano. Pero al comprobar la vista, igual modifico conductas.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  3. No, no lo conocí, pero sí conozco al dueño de Coco y a su mujer. Hablo frecuentemente con ellos y en ocasiones hasta discuto para acabar siempre tomando algo. Es lugar muy agradable y, para leer la prensa frente al ventanal que da a San Gregorio, único en Valladolid. Tenemos que tomarnos un café y ver de arreglar este mundo que nos ha tocado y que tan bien reflejas con el ojo que no cesa. Un abrazo

    ResponderEliminar
  4. "ESa plaza, ayer la imagen del poder"
    ¿Ya no lo es?

    Apunto el nombre por si alguna vez voy a Valladolid. Me han metido el gusanillo de la curiosidad. Desde luego, los dueños deben ser divertidos, los digo por los nombres que ponen a sus bares.

    Saludos a los dos.

    Anuska

    ResponderEliminar
  5. Bueno, no estoy seguro que esa plaza existiera en principio, más bien sospecho creo que esa plaza es nueva. Tendría que indagarlo. Lo importante es la fachada del Colegio de San Gregorio, donde se encuentra el Museo de Escultura. La plaza lleva el nombre de un profesor y arqueólogo que debió dirigir también el Museo, Federico Wattenberg. Lo interesante es que al menos se ha generado una perspectiva, porque la portada lo merece.

    Para mi la imagen de los poderes está en la fachada. En origen era un colegio de teología, y hablamos de finales del siglo XIV, bajo los auspicios de los Reyes Católicos.

    Gracias, Anuska.

    ResponderEliminar