El monumento más grandioso de la ciudad lo vi esta tarde en el extrarradio. Era tan inmenso que abarcaba parte del cielo y de la tierra. Era tan extraordinario que tenía que ser efímero también. Era tan majestuoso que no podía ser solamente nuestro. Era tan seductor que cuando tratabas de fijarlo se evaporaba. A veces la ciudad depara sorpresas que no figuran en las previsiones de los hombres ni en los planos de las ciudades. Una gozada.
jooo
ResponderEliminarEstaba trabajando y me lo he perdido
El Monumento no sabe de nuestras obligaciones cotidianas. Yo me lo he estado perdiendo durante tantos años...De pequeños salíamos todos en tropel a ver el Monumento. Y te digo en serio: fue tan sorprendente su aparición que casi caigo postrado. No es broma. La naturaleza sigue ejerciendo una influencia vital en los hombres. No por ignorarla por nuestra parte deja de manifestarse. Además, curiosamente, el Arcoiris tiene una connotación pacífica para los humanos. Es más que un fenómeno de refracción.
ResponderEliminarNo rabies. Otra vez será.
Me gustan los arcoiris.
ResponderEliminarDe pequeña pensaba que por ellos bajaban las hadas y preguntaba a mi abuelo donde acababa para verlas llegar.
Anuska
Anuska. Lo importante es que ahora sigas pensando lo mismo o, por lo menos, algo análogo. Si eso te permite admirar su belleza.
ResponderEliminarGracias por pasarte (pasearte) por Píllala.