diario de un vallisoletano curioso

lunes, 15 de febrero de 2010

Un tiento al sol

Llega un momento en que las miradas no son ni aceleradas ni curiosas. Donde acaso ya no se insiste tanto en mirar hacia fuera como hacia el interior de uno mismo. En que el objeto de contemplación se desplaza entre los territorios de la memoria y la ausencia. Cuando lo importante es observar en los sentidos. Concederse una entrega al sol del membrillo, mientras llega el rancho o el sueño. Tal vez un tiempo en que ya está todo visto, todo oído, todo deseado, todo hecho Y sin embargo, qué importante es seguir sintiendo el banco como una parada provisional. No como un destino. No dejando que la claudicación se desplome sobre los hombros de uno por las buenas. Lo otro, ya se verá. Ahora, el reposo. Dejarse tocar por el sol lejano, pero fiel, del invierno.

2 comentarios:

  1. Envidiable estado en el que ser es una obviedad y estar es un placer...

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  2. Magnífico matiz diferenciador. Tal cual observas en esta pareja de ancianos, así tamién se muestra una ciudad. O nuestra relación con la ciudad, mejor dicho.

    Bienvenida y transcurre peatonlmente por estas páginas cuando desees.

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