La cultura ciclista en Valladolid es muy relativa. No digo que no haya bicis, sino que se usan escasamente y mal. No digo que no haya ciclistas, sino que no tienen los suficientes recorridos largos por donde transitar sin riesgos y sin ocupar las aceras. El problema siempre es dual. Por una parte, la ciudad no está estructurada para facilitar el desplazamiento en bici. Y por otra, hay ciclistas que para evitar el desafío de las calzadas que hay que compartir en desigualdad de condiciones con los coches, que son los que se imponen, no tienen reparos en desplazarse por aceras arriesgando a los peatones. Un pez que se muerde la cola, vamos.
Esta escultura tan sugerente como limpia de Ángel Membiela titulada
Con el acero como base se encuentra en la superficie ajardinada que hay ante el Palacio de Santa Cruz, más bien calle Cardenal Mendoza. Por esa zona discurre una ruta verde que, como todas las rutas verdes más o menos céntricas, son escasamente utilizadas. Acaso por eso mismo, porque simplemente escasean. Las rutas para bicicleta que discurre en dirección Sur hacia El Pinar tienen el sentido de una ruta deportiva, de relax o de ejercitación física ocasional, más que de desplazamiento permanente. A mi modo de ver, tiene otro significado, distante del que pretende utilizar la bici como medio de transporte habitual.
Lo que realmente interesaría, que la bici tuviera sus carriles delimitados por las vías importantes de la urbe, comunicando zonas importantes, no es posible hasta la fecha. Y mira que Valladolid, siendo una ciudad continua, sin desarticulación entre barrios y salvo excepciones (Parquesol en todo caso) sin grandes desniveles, se lo podría permitir. Tal vez, cuando el soterramiento se lleve a efecto, esta cuenta pendiente del desplazamiento urbano se tenga en consideración. Ya no se podrá decir que no hay espacio para un carril bici. En ese eje Norte/Sur o viceversa, que transcurrirá sobre el trazado del ferrocarril y que por lo tanto liberalizará sus terrenos, se puede ir programando ya con rigor una solución ciclista que conectará amplios barrios. El acero como base, del escultor Membiela, será entonces también el viajero con base en la bici.
La cultura ciclista en Valladolid es muy relativa. No digo que no haya bicis, sino que se usan escasamente y mal. No digo que no haya ciclistas, sino que no tienen los suficientes recorridos largos por donde transitar sin riesgos y sin ocupar las aceras. El problema siempre es dual. Por una parte, la ciudad no está estructurada para facilitar el desplazamiento en bici. Y por otra, hay ciclistas que para evitar el desafío de las calzadas que hay que compartir en desigualdad de condiciones con los coches, que son los que se imponen, no tienen reparos en desplazarse por aceras arriesgando a los peatones. Un pez que se muerde la cola, vamos.
Esta escultura tan sugerente como limpia de Ángel Membiela titulada Con el acero como base se encuentra en la superficie ajardinada que hay ante el Palacio de Santa Cruz, más bien calle Cardenal Mendoza. Por esa zona discurre una ruta verde que, como todas las rutas verdes más o menos céntricas, son escasamente utilizadas. Acaso por eso mismo, porque simplemente escasean. Las rutas para bicicleta que discurre en dirección Sur hacia El Pinar tienen el sentido de una ruta deportiva, de relax o de ejercitación física ocasional, más que de desplazamiento permanente. A mi modo de ver, tiene otro significado, distante del que pretende utilizar la bici como medio de transporte habitual.
Lo que realmente interesaría, que la bici tuviera sus carriles delimitados por las vías importantes de la urbe, comunicando zonas importantes, no es posible hasta la fecha. Y mira que Valladolid, siendo una ciudad continua, sin desarticulación entre barrios y salvo excepciones (Parquesol en todo caso) sin grandes desniveles, se lo podría permitir. Tal vez, cuando el soterramiento se lleve a efecto, esta cuenta pendiente del desplazamiento urbano se tenga en consideración. Ya no se podrá decir que no hay espacio para un carril bici. En ese eje Norte/Sur o viceversa, que transcurrirá sobre el trazado del ferrocarril y que por lo tanto liberalizará sus terrenos, se puede ir programando ya con rigor una solución ciclista que conectará amplios barrios. El acero como base, del escultor Membiela, será entonces también el viajero con base en la bici.
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