diario de un vallisoletano curioso

sábado, 6 de febrero de 2010

La soledad del lago que se quedó sin agua

Sobrecoge un poco. Este no es mi lago del Campo Grande, que me lo han robado. Huy, no quiero pensar si los niños lo ven así. Desde luego, a mi me lo llegan a mostrar en la infancia y no vuelvo del susto al parque. Como el lago tiene mucho de fantástico, da cosa verlo no solo sin agua y sin peces, sino comprobar su escasa profundidad y sus tripas de cemento. Los mecanismos interiores tienen mucho de anatomía, pero prefiero el cuerpo exuberante del lago, con su surtidor fascinante. Los patos, acostumbrados a ser los reyes, los tienes ahí, arrebujaditos en un extremo del secano. Pasé rápido por el lago. Lo justo para estas fotos. Este tipo de situaciones no me placen. La tarea de limpiarlo, sacar su fango y depurarlo hay que hacerla, desde luego. Pero no quiero verla. Y que terminen pronto. No vaya a ser que no me atreva a volver.



2 comentarios:

  1. Pues sí que da lástima, sí. Pero bueno, si es para tareas de limpieza, dentro de poco lo volveremos a ver igual de bonito

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  2. Más que nada es el contraste. Ya sé que exagero en el texto, pero ¿a quién no le gusta la fantasía antes que la realidad si ésta es fea?

    Gracias por tu estímulo al comentar. Si te sirven estos posts de guía, ya sabes...a la busca y captura de los detalles de la ciudad. Que los hay y abundantes.

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