Me han regalado una siempre viva. Mejor dicho, dos. Dos hermanas, o bien madre e hija. Me parecen el Taj Mahal. Obsérvese la forma de las hojas, cual cúpulas de forma exquisita. Hay monumentos aparentemente menores y domésticos que engrandecen. Monumentos de nuestra intimidad y cercanía que maravillan. Porque ¿quién marca lo mayor y lo menor, lo normal y lo extraordinario, lo común y lo excelso? Nuestra propia satisfacción en disfrutar de lo que nos proporciona lo cotidiano. Cada planta, como cada sonrisa, son arquitecturas de la vida. Para llegar a formarse de esta manera, ¿qué tendrán dentro de su alma las siemprevivas?
Si me permites, te diría que es una planta de suelo y aguanta todas las temperaturas.
ResponderEliminarMe regalaron una hace años y ahora está extendida casi dos metros. Siempre alegre, siempre viva, siempre descubriendo un poquito más allá de una maceta.
Abrazos
Anuska
Permitida estás, y se agradece el comentario. En efecto, la he visto también en alguna tumba secular del cementerio. Ya sabes que en los cementerios se preservan, en parte, símbolos relacionados con la vida y el buen vivir. Además de la siempreviva el ciprés por ejemplo.
ResponderEliminarLa cruz, por poner el ejemplo más extendido de símbolo en un cementerio, no tiene nada de vida para mí. Más bien de tortura. Y lo de la vida eterna, no me sirve.
En Valladolid, aparte del cementerio antiguo, que ya no da más de sí, hay uno municipal nuevo y otro privado nuevo. El primero, llamado de las Contiendas, porque está bubicado subiendo laderas del Cerro de las Contiendas, tiene una configuración más a lo americano. Hay ciertas zonas preciosas de plantas, árboles y hierba. Y las tumbas son lápidas, nada más.
Siempre recuerdo el cementerio judío moderno de Praga (el antiguo, en pleno centro, es misterioso y turístico y tiene su encanto si no te topas con turistas) El judío moderno es como el campo. La hiedra crece por doquier, aunque las tumbas revelan el dinero de que disponen los judíos de modo superior a la de los católicos. Pero e sun cementerio preciosísimo. Mi visita a la tumba de Kafka era obligatoria (con la kippa que me pusieron a la entrada en la cabeza, según la tradición) y me permitió descubrir un espacio amplio, naturaleza pura y jardín de la vida acompañando a los muertos.
En fin, que pretendía hablar del tajmahl siempreviva y mira que acabo en cementerios.
Gracias.
La verdad, no esperaba terminar hablando de cementerios. Da igual, allí terminaremos un día u otro.
ResponderEliminarLa siempre-viva que tengo está en un jardín.
Narices...me acabo de acordar que no la tengo. La tenía en el jardín de un pequeño terreno de un pajar de un pueblo y que vendí a un amigo el pasado año.
Debe ser que como entro y salgo cuando quiero, parece que sigue siendo mío, jaja.
¿Conoces el cementerio de Cambados? Me impresionó cuando le vi por primera vez. Nnca había visto un o así
Saludos cordiales
Anuska
Me apunto que es una planta que lo resiste todo. Tengo una terraza al norte en la que poner plantas.
ResponderEliminarNo, Anuska, no conozco Cambados, pero me lo apunto para algún paseo. Esto de hablar de cementerios me está sugiriendo una entrada próxima, y no es especial predilección, pero sí tiene su interés. Todo lo vivo tiene interés.
ResponderEliminarGracias.
Yo tampoco sabía que era tan fuerte, habrá que probar con más. Por cierto, si alguien sabe de otras plantas de exterior que aguanten el clima vallisoletano -heladas, nieblas, fríos extremos- que me diga clases y nombres. Se agradecerá.
ResponderEliminarUn abrazo, Pedro.