Y sin embargo, no fiarse de las apariencias. Todos habéis acertado de qué tipo de edificio se trata. En efecto, se la conocía como la Casa Resines, porque su propietario era un tal Francisco Resines. Pero siempre surgen sorpresas. Por supuesto que, para el paseante, contemplar la fachada es ya un deleite, aunque el mantenimiento y cuidado actual de la misma no sea homogéneo. Esas alturas con arcadas le dan una proyección monumental a la fachada. Y luego la decoración: esos juegos de columnas con temas vegetales, los atlantes y las cariátides, complementan el aire ecléctico con resonancias parisienses que la hacen diferente. A mi me parece de un efecto de perspectiva vertical impresionante.
Pero hay más cosas que no se ven. ¿Habríais imaginado que hubiera ya algún edificio vallisoletano en los finales del siglo XIX donde se empleara el hierro? Lo acabo de leer en el libro “Desarrollo urbanístico y arquitectónico de Valladolid”, de María Antonia Virgili: “Dentro de los aspectos técnicos del edificio es importante la participación que se da al hierro en los entramados…Las cargas de los pisos descansan sobre carreras de hierro y el todo sobre pilastras de igual metal. Las armaduras no son de hierro pero ha adoptado un sistema sencillo y original que es corriente y general entre los constructores de las Vascongadas. Consiste en sustituir los pares rectos por otros que tienen forma curva. Con el empleo de esto queda más espacio entre el piso y la cubierta y se evita el empuje sobre las fachadas”.
En efecto, el arquitecto Julio Saracíbar es el autor de la obra, realizada en 1891. Ese mismo año también llevó a cabo la Casa Mantilla. Como veis el error de apreciación de un edificio por otro podría estar justificado. Y el que Saracíbar fuera vasco vendría a confirmar la intervención con hierro. De casta le venía al galgo.
Hola, niño de Valladolid, preciosa la foto del niño corriendo, que supongo serás tú hace un tiempo.
ResponderEliminarNo conozco la ciudad, nada más que de paso, y encima el cortísimo paseo nos costó una multa por ignorantes de los aparcamientos. Multa aparte, me quedé con ganas de dar unas cuantas vueltas más. Tu blog me servirá, como las fotos que pone Fernando Manero, para ir conociendo la ciudad y su entorno. Prometo volver y tener cuidado con dónde pongo el coche esta vez. Gracias por hacerte seguidor y por tu visita. Saludos muy cordiales.
Gracias por seguir el blog. Espero que te sirva para compensar el mal trago de la multa.
ResponderEliminarSaludos.