diario de un vallisoletano curioso

lunes, 22 de noviembre de 2010

A los pies de los caballos


No dudo que es un buen conjunto épico. Jinetes y caballerías, todo uno en la acometida de la batalla. El papel de los cuerpos de caballería en el pasado era de élite. Los tiempos cambiaron una barbaridad, como decía la canción, y queda el recuerdo. ¿Y el agradecimiento? De los guerreros se ha hablado y homenajeado extensivamente, por activa y por pasiva, en todas las culturas, civilizaciones y tiempos. Pero, ¿ha pensado alguien en el precio que han pagado los animales? Considerado como medio, por muy unidos y dóciles que se mostraran con sus amos, el caballo (o la mula, o el burro, que todos ellos han sido utilizados para tareas duras, de carga de mercaderías o de carga de combate) ha perecido por millones, se ha desangrado en los campos de batalla, era el primero en recibir el impacto del enemigo.

El conjunto de Mariano Benlliure está ahí, al comenzar el Paseo Zorrilla, se quedó a las puertas de la Academia y no hay vallisoletano octogenario que no lo haya visto una y mil veces. A mi siempre me atrajo. Tiene dinamismo, pero es curioso que me parecía ver siempre más arrojo y decisión en el animal que en el guerrero. Si la iniciativa del monumento fue homenajear al cuerpo de Caballería en distintas épocas a lo largo de cuatro siglos, de ahí las diversas representaciones del guerrero, yo siempre me empeñé en ver también un canto al valor del animal. La cuestión no es baladí, sino más bien obvia: sin el caballo, ¿hubieran alcanzado los jinetes sus fines? Loor y gloria, pues, también al noble y generoso équido. A los pies de esos inteligentes seres.

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