diario de un vallisoletano curioso

sábado, 3 de julio de 2010

Monumentos de Valladolid

Hay una parte de Valladolid que es efímera pero que siempre vuelve. Son los rosales. Monumentos de primavera que se recrean en un diseño de labores caprichosas. Hay una zona en torno al monumento al poeta Núñez de Arce, en el Campo Grande, que resulta un espacio de lo más acogedor y grato de los que cabe encontrar en el parque, donde campan a sus anchas. Las rosas no están para hablar sobre ellas. Están para contemplarlas y soñar con su laberinto de pétalos. Ya no es la fragancia simplemente, sino el símbolo que ha tenido tanta acogida a lo largo de la historia. En fachadas, puertas y otros elementos de la arquitectura de la ciudad se pueden ver con profusión. Tal vez porque ellas son el meollo y la esencia de la arquitectura misma.


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