Esta puerta fantástica es todo un tratado de mitología clásica. En cada hoja, una escena. El dios Pan que trata de seducir con música melodiosa (se dice así, ¿no?) a la mujer. La mujer que entrega su fruto al fauno aplicado. Pero ¿quién esta rendido a quién? Y las preguntas siguen. ¿La mujer es la luna o el dios Pan es el hombre? Desde las primeras culturas los humanos tuvieron necesidad de crear sus mitos como reflejos de sí mismos. De sus pasiones, de sus capacidades, de sus objetivos. Naturaleza, amor, guerra, celos, envidias, bondad, generosidad…son los elementos recurrentes que incluso hoy siguen en vigor.
Todo queda reflejado en los cantos épicos y líricos con los que los mitos tomaron forma y se transmitieron. Esta puerta de muy buena factura, nacida de las manos de un esforzado ebanista que probablemente era un notable escultor, no se encuentra precisamente en muy buen estado. El edificio lleva cerrado bastante tiempo, a la espera seguramente de que la propiedad vea pasar la tormenta inmobiliaria. La puerta se está resintiendo de las inclemencias y el abandono. Aunque uno teme también bastante la operación de cirugía a que la sometan en su momento. Pero como no se tomen medidas pronto, la artesanía puede perderse poco a poco.
Se encuentra situada en el número 3 de la calle Pasión, justo a continuación de donde terminan los soportales de la Plaza Mayor.
¡Increible lo que nos podemos encontrar en nuestra ciudad!.
ResponderEliminarGracias por descubrínoslo.
Un saludo.
Espero que los propietarios la conserven y no pongan esas monstruosidades de metal y cristal tan al uso...
ResponderEliminarAsí es, Anónimo. Pero lo podemos ver todos. Sólo hay que ir con ojos abiertos y espíritu prospectivo y calmo. Los objetos se presentan cuando menos lo pensamos. Siempre están ahí, esperándonos.
ResponderEliminarUn saludo y vuelve cuando quieras.
Marta, me temo que el tema de la recuperación va para largo. Lleva tiempo clausurado el edificio y no hay nada que proteja la puerta. Conozco otras puertas de la ciudad que se han restaurado bien. Pero ésta tiene tantos matices que habrá que ver.
ResponderEliminarUn abrazo.
Narración de toda una puerta, de las de antes.
ResponderEliminarEn efecto, JB, también las puertas podían ser relato. Lástima que se haya perdido una artesanía tan rica.
ResponderEliminarDiez y pico años trabajando a unos... ¿40 metros de esa puerta? Pasando por delante (o muy cerca) de ella casi todos los días. Y no. Nunca la vi. O la vi pero sin "ojos abiertos y espíritu prospectivo y calmo", como bien dice.
ResponderEliminarIntentaré fijarme más en ella a partir de ahora. Merece mucho la pena.
Como curiosidad le contaré que el número 3 de Pasión, ese edificio que ya sólo es esqueleto, sufre una especie de "maldición". Alguna historia turbia que se cuenta sobre hechos ocurridos en él y en los últimos tiempos una serie de pequeños incendios de poca importancia. Se dice, que ya sabe usted que decir se dice mucho, que los incendios los provoca el propio inmueble para llamar la atención y que nos fijemos en él aunque sea un poquito.
Esperemos que en el próximo no le dé por flambear la puerta. Sería una pena.
Saludos.
Ada, no me trates de usted que aún no me hallo en la edad provecta, ja.
ResponderEliminarEso que me cuentas de la maldición me preocupa. Cuando hay sucesos como los que señalas es que hay manos negras detrás intentando algo oscuro. Sería tremendo que el edificio algún día nos diera un disgusto. De todos modos, algo ocurre con su incierta rehabilitación. Está cerrado desde hace mucho y no s even movimientos de ninguna clase. Ignoro si problemas de propiedad, de herencia, o de pretensiones de constructores. Y es una pena que en plena Plaza Mayor tengamos la historia de esa guisa. Ídem aconteció con otros edificios de la Plaza. Trabajo está costando terminar otros.
Puede que también el zaguán de esta casa sea interesante. Una vez comí en el restaurante que hubo en la primera planta en los últimos tiempos. Pero no recuerdo cómo era el portal ni la escalera. Entonce son me fijaba.
Un abrazo.
Por eso entrecomillé la maldición. Han sido ya varios los intentos de rehabilitación y ninguno ha llegado a su fin. Y varias las empresas encargadas de ello. Afortunadamente los trabajos que ya se han hecho han consolidado el edificio y la estructura (lo único que tiene ahora) está en condiciones de aguantar. De lo contrario seguro que su destino era el mismo que el del inmueble que albergaba el antiguo bar Palencia (creo que ese era su nombre), derribo total y nueva construcción.
ResponderEliminarYendo a comer al Fátima era muy difícil fijarse en el portal y en el zaguán. ¿No cree usted?
Un saludo.