diario de un vallisoletano curioso
jueves, 15 de julio de 2010
Libertad de expresión en el retrete
Y te estás tomando una cerveza, o dos, y de pronto te entran unas ganas irreprimibles. Y no debes reprimirte, por aquello de que no es sano contenerte, y dejas la terraza y a los acompañantes, momentáneamente, en medio del arbolado de la plazoleta, y te metes dentro. Un salón reconvertido, donde añoras las tinajas de otrora, pero donde agradeces la permanencia de las mesas y de la barra, y un ambiente acogedor y desinhibido. Y lo atraviesas y te precipitas tras una puerta que deduces que es la puerta oportuna, porque no lo tienes claro. Y ya dentro, te relajas y respiras profundo y te desahogas, y tras la misión higiénica -bendita diuresis natural la de la cerveza- te das la vuelta subiéndote la cremallera sacrosanta. La trasera de la puerta está ahí, esperando tu contemplación. Y rogando una fotografía. Alabada sea la libertad de expresión.
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Collage popular.
ResponderEliminarAbsolutamente. Y no es de los más zafios. Éste al menos expresa ideas, no meras gansadas.
ResponderEliminarAlabada sea la libertad de expresión y bienvenida sea cuando uno no tiene dinero para pagarse un buen interiorista.
ResponderEliminarUn saludo.
Por siempre sea alabada. De lo contrario, el infierno se abriría bajo nuestros pies, hermano.
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