Me encanta capturar pintadas. Y si son de distinto signo e intención, ni te cuento. ¿Qué vincula una pintada de éstas a las otras dos? La escritura latina. La lengua castellana. La decisión de expresarse en unos muros. Más allá, el objetivo difiere. Hasta ahora uno pensaba que con la pintada se trataba de denunciar, protestar o reclamar. Pues ya vemos que no exactamente; que algunos deciden simplemente mostrarnos su gesto risueño y bienintencionado. Otros tienen buena intención también, pero exigen, no sólo al sistema sino a las conciencias de los trabajadores. Y otra mano simplemente se queja acerba y agriamente, como lucha en solitario, utilizando un calificativo que no se sabe si es insulto o mera opinión. Esta última me ha llenado de curiosidad (¿qué puñeta le habrá hecho la DGT?)
Cada mano tiene su fin y su sentido. Bienvenido el clamor de la opinión de la ciudadanía que no tiene otros medios para expresarla. Al paso que vamos, las calles volverán a ser lo que fueron: dazibaos reactivos, pero profundamente humanos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario