diario de un vallisoletano curioso

jueves, 22 de julio de 2010

Los espectros del Poniente

Valladolid es una ciudad muy rara a veces. Y lo digo en el sentido de sorprendente. En uno de sus parques guarda los restos minúsculos de unas antiguas esculturas que encarnaban protagonistas infantiles de los años 30, 40 y 50 del siglo pasado. Yo los llamo espectros. Y en parte lo son. Espectros de la infancia de muchos vallisoletanos a los que encantaba ir a ver cuando sus padres les llevaban de paseo al Poniente. Fantasmas de los sesentones en adelante, de los que muchos ni se acordarán.

Discúlpese mi lapsus de nostalgia. El ramalazo lo tuve ayer cuando me dio por bajar de un autobús y atravesar el parque. El Poniente siempre fue un espacio arbolada precioso. Era más bonito antes, pero sigue manteniendo su espacialidad. Del parque habrá que hablar otro día. Allí, sobre unas peanas restauradas, permanecen unos zapatitos de cemento, unos pies como si fueran esqueletos y unos nombres ya ausentes, desconocidos. Quedan esos nombres, digo. Pipo y Pipa, La lechera, Pinocho, Lolín, Bobito, Pichi…¿Qué dicen estos nombres a los niños de hoy día? Absolutamente nada. Son de otro tiempo y no salen en las promociones de los dvd ni de los chocolates. Si alguno hiciera la prueba de llevar a sus niños a la plaza y les dijera: vamos a ver los fantasmas, tal vez los chicos se colgaran de un espectáculo que habría que imaginar. Aunque exigiera esfuerzo y propiedad de invención narrativa. El morbo infantil es así. Pero ahora son sólamente espacios mudos.

Probablemente las estatuas no fueran artísticas, y algún melancólico sólo diría de ellas que eran meras representaciones infantiles aderezadas por el material constructivo por excelencia de la época. Andando las décadas cambiantes de los 60 y los 70, los gamberros o el abandono o el signo de los tiempos rupturistas fueron destruyendo parcial o totalmente las figuras hasta caer en el olvido. Siempre me he preguntado si quedan restos más o menos completos de esas figuras en algún almacén municipal o si algún gestor oportunista o alguien que pasaba por allí se los ha llevado para ornamentar su finca.


12 comentarios:

  1. "Se comenta en la ciudad , que en las noches , sus espiritus deambulan por el parque del poniente buscando a quien reconstruya sus cuerpos y vuelvan a alegrar y decorar un poco ese espacio."
    Es una pena que siempre haya descerebrados .
    Un saludo.

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  2. Genial, Miguel, tu texto. Uno desea también que sea así. Sabía que en nuestra ciudad había algo de espectral pero no imaginaba hasta qué punto.

    Salud e imaginación.

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  3. En estos momentos me encuentro a pocos metros del Poniente. No descarto, a pesar de mi miedo a los fantasmas, dejarme caer ahora por allí y ver si los espíritus son generosos y se dejan ver. Ya les contaré.

    Saludos.

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  4. Seguro que son generosos. Y hasta es probable que se reencarnen para la visión de las almas piadosas con el recuerdo de sí mismas. Sí, eso, ya nos contarás.

    Y de temer a los fantasmas...ni siquiera a los que llevamos dentro debemos tener (los más peligrosos)

    Un abrazo.

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  5. Los recuerdos "sanos" cuando era pequeña me encantaban.
    Cuando un día pase por ahi y los vi de nuevo me encanto.
    Una pena

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  6. Vaya hoy mismo me he dado una vuelta por allí y he lanzado unas cuantas fotos a los espíritus del Poniente.Una autentica pena...

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  7. Así es, Samu. Las efigies son espectros, pero los vándalos absolutamente espectrales en su mentalidad destructiva. Claro que como hoy se justifica todo...se le echa la culpa al tiempo y al pasado y zanjado. No.

    Gracias por comentar, vuelve cuando desees.

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    1. la estatua de LA LECHERA aún existe pero en otro lugar.

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    2. la estatua de LA LECHERA aún existe pero en otro lugar.

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    3. Me gustaría saber dónde, gracias.

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  8. Yo viví allí de pequeña y tengo una foto en la que estoy con "Pipo y Pipa".

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    1. Vaya, buena noticia que también a mí me hace recordar. Gracias.

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