diario de un vallisoletano curioso

jueves, 3 de junio de 2010

Insólita y ridícula censura


Pasmado me quedé. Toda la vida pasando por la calle de la Galera y hasta hoy no me había fijado en el rótulo martilleado. Porque es obvio que a este letrero le sacrificaron el texto. Y sospecho que lo hicieron con alevosía, premeditación y coraje. No sé por qué me huelo que no se trata del coraje del valor, sino del coraje del odio. Ese huérfano “Calle de…” parece enigmático y misterioso, pero no es sino alucinante e insólito. Es como dar nombre de una calle al vacío. Pero si el nombre es de la Galera, ¿quién podría tener interés en eliminar físicamente una nomenclatura admitida desde hacía siglos?

Pero cuenta Agapito y Revilla, que lo sabía todo sobre calles de Valladolid, que durante un tiempo del siglo XX la calle tuvo otro nombre, el de un tal González Peña, que se trataba de un funcionario municipal al que cierto regidor y sus concejales decidieron elevarlo a los cielos, no se sabe bien si por méritos ciertos o por agradecimiento de servicios prestados. Ni siquiera Agapito y Revilla lo ve con buenos ojos. Pero héte aquí, que cuando se produjo la insurrección de los rebeldes contra el gobierno legítimo de la República en 1936, los pistoleros de las derechas, en su mediocridad y estupidez, creyeron que el tal González Peña era un dirigente minero y socialista asturiano de aquel tiempo que llegó incluso a ministro de Justicia. Así que, ni cortos ni perezosos, por aquello de la dialéctica de los puños y las pistolas, se apresuraron a borrar nombres con el mismo afán con que durante años suprimieron vidas.

Por otra parte, el nombre de la calle La Galera también tiene su miga, pero llegados a este punto considero que no es objeto de comentario ahora. Que a estas alturas del tiempo y de lo vivido uno se encuentre con un rótulo machacado no es sólo sorprendente. Lo verdaderamente cómico es que los alevosos de turno no supieran si mataban o espantaban. Claro que así nos fue a todos. A mi el hallazgo de este rótulo demediado e inválido me ha hecho pensar bastante. Y no sólo en la tipología, evolución y nomenclator de las calles, sino en los aconteceres de nuestra historia.

Como se puede comprobar, andar por Valladolid fijándose en los detalles puede dar para mucho.

6 comentarios:

  1. Muy observador.
    No conocia la historia de esa placa.
    Se me olvidaba, las fotos de los puentes , son desde "La Leyenda del Pisuerga".
    Saludos.

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  2. Jo, es verdad, no había caído. Sólo he hecho un viaje por el Pisuerga, el año pasado, pero quiero hacer pronto otro para ver que veo. Y fotografío. Gracias, Miguel.

    Un abrazo.

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  3. Esta historia parece el argumento de una novela histórica. Lo que queda claro después de ver la magnífica foto es que antes de la llegada de aquella jauría, los letreros de las calles daban ciento y raya a los de ahora mismo.

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  4. Si te refieres a la calidad del material, no te quepa duda. Y eso que en Valladolid no se han conservado como en otras ciudades los rótulos en azulejos, inscripciones horadadas o lápidas.

    Cualquier día, el alcalde decidirá, con ese talante tan "innovador" que preside su gestión, que los anodinos y nada estéticos que tenemos en vigor sean sustituídos por códigos de barras. Bueno, es broma.

    Un abrazo.

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  5. Más sorprendido que yo, no lo creo. Al final, mira lo que consiguen los bárbaros: que pensemos.

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