Descubrámonos. Una sorpresa. Como contrapartida al ejemplo del mal estado de la calle dudosamente peatonal que se refleja en el post anterior, traigamos aquí una maravilla del buen gusto. Una de esas bellezas ocultas en forma de portales. No veamos las deficiencias, el estado algo desgastado del portal o la iluminación. No me pidan datos sobre el arquitecto o el decorador de su tiempo. El zaguán habla por sí solo. Ese zócalo enorme y continuo traza un mundo de aves en juego y de ramajes que beben del modernismo catalán o del art déco europeo de las primeras décadas del siglo XX. Y soñando y asociando ideas, ¿no se ve una proyección del gran artista checo Alfons Mucha en esas enredaderas que da gloria mirarlas? Ya sé que me paso, pero ¿por qué no conectar las creaciones locales con las modas del continente?
Lo dicho otras veces. Que Valladolid preserva una parte secreta, a la que no se concede la suficiente importancia, apenas conocida por sus paisanos. Y que antes o después reclamará un interés y cuidado por parte de las instituciones. No vaya a ser que un día algún vecino poco sensible y con escasa estima por estas obras de arte le dé por poner nuevo el portal con un borrón y cuenta nueva. Espero que no. Disfrútenlo. Ah, la casa se encuentra en la calle López Gómez, esquina con Fray Luis de León. La puerta suele estar abierta en horas de academias y despachos.
¡Vaya preciosidad!
ResponderEliminar¿A que sí? Yo me quedé perplejo. Si miras más atrás en "píllala" verás más portales con cosas interesantes y sorprendentes. Quedas invitada.
ResponderEliminarAnda.
ResponderEliminareso tengo que verlo
Los domingos estara cerrado ¿no?
Hola, Bati, ya te echaba de menos. Pues no tengo ni idea, pero seguro que si un día habitual según vas a trabajar, sales cinco minutos antes lo encuentras abierto. Bueno es un suponer. Ya sabes que es una calle donde hay mucha oficina, academia, terapias y otras hierbas.
ResponderEliminarCuidarse.
Cotilleado he, desde el primer día que vi este blog.
ResponderEliminarSoy todo oídos a lo que hayas cotilleado, es decir, receptivo a tus puntos de vista.
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