Cuando uno contempla el paisaje después de la batalla de los sábados noche, pone en marcha el signo de interrogación. Descartado el supuesto valor de la rebeldía juvenil (rebeldía la de El Cairo, oigan), relegada la camaradería (todos hemos sido jóvenes y camaradas menos cutres) sólo queda una lectura: el alcohol (y otros) en demasía. Y no toquen ustedes al gremio hostelero que en estos temas invocan la responsabilidad y la libertad de elección del cliente y exhiben manos limpias.
¿Sólo queda una lectura? No, hay más y más profundas. La falta de valoración del espacio público (el incordio de no poder conciliar el sueño los vecinos afectados) El menosprecio por los bienes colectivos (lo de las bicis públicas tiradas y en estado penoso me da grima) La ignorancia del coste de cualquier mantenimiento (los domingos por la mañana el centro está tomado por un batallón de trabajadores de la limpieza que se afanan en rescatar el centro para que la ciudad sea accesible a los eslóganes turísticos) En fin, el no hacerse cargo del valor y el esfuerzo de las cosas.
¿Gripe del consumo? Indudablemente. Hay muchos que piensan como Fraga en su época de ministro: que la calle es suya. Una toma de la calle anodina y cutre. Es que esto de ser tan callejeros, alegres y maravillosos los españoles nos puede. Pero aún nos queda mucho para que la otra identidad, la que tiene futuro, prescinda de la interrogación.
De pequeño hay que ser bien educados,enseñados en tirar la porquería a la basura,para luego cuando te crees mayor portarse como un niño y sacar la basura de los cubos.Ironias de la vida.Verguenza de juventud.
ResponderEliminarPara mi que son los rumanos, colombianos, etc... los españoles somos ejemplares así que solo cabe esta posibilidad.
ResponderEliminarGracias, Samu, por opinar. A mi lo que me enerva es ese déficit de valoración (no sólo material sino de conducta) que tiene cierta gente. Y líbreme el azar de generalizar. Pero ¿qué se creen? ¿Que las cosas nos las regalan? El municipio está financiado por todos los ciudadanos, no lo pone ningún banco de su bolsillo. Pero ya se ve que el consumo es lo que triunfa, que se ha configurado un comportamiento absurdo, y que hay muchos intereses que miran para otro lado y que sólo incitan a la desmesura. Así nos va.
ResponderEliminarSaludos.
Jajaja, muy bueno, Miguel. Se agradece tu ironía. Somos autoejemplares y no nos besamos porque no nos llegamos, ¿no?
ResponderEliminarHuy eso no es nada para lo que vemos los que vivimos por la Catedral y Portugalete muchos fines de semana. Pero bien por denunciar esas marranadas.
ResponderEliminarGracias, Anónimo, me hago cargo. Al menos os las limpian, pero es una inconveniencia enorme.
ResponderEliminarSaludos.