diario de un vallisoletano curioso

viernes, 17 de diciembre de 2010

Carteladas a la contra


Sal corriendo, parece decir el niño del puzzle. El pegador secreto ataca imaginativamente de nuevo. Y aunque no tiene que ver con los carteles del boicot al consumo, distintas manos supongo, parece que se complementaran.

La cartelada es inteligente y concienzuda, pero ¿capaz de suscitar respuesta y seguimiento cívicos? Lo dudo. Las fechas han concitado sobre cada cabecita de la grey tal conjunto de pautas que, lejos de rebajar el ritmo de compras, el personal se empeña en gastar más. Naturalmente, siempre que su disponibilidad económica se lo permita. Frasecitas como “hombre, una vez al año” (cuando el consumo es una cadena que hipoteca día a día), “de ésta no te arruinas” (vaya usted a saber), “no te vas a privar estos días” (como si la carencia nos matase), “las navidades son las navidades” (y qué, ¿hay que hacer sobrecompra por eso?) son algunas de las cosas tontorras que suele decir el compañero, el vecino o el contertulio del bar pretendiendo justificar el exceso de gasto.



No obstante, se observa desde hace un tiempo cierta capacidad crítica, al menos cuando hablas en plan más reducido e íntimo con la gente, sobre el tema. Todo el mundo sabe que compramos más de lo que necesitamos. Que nos rodeamos de objetos prescindibles. Que el volumen de basura crece sin cesar. Que vivimos en una dinámica que nos consume. Y que nos hemos acostumbrado a un nivel de consumo no siempre beneficioso para el cuerpo que el día que quiebre nos va a volver caínes. Así que, por una parte, se agradece un gesto lanzado a categoría de convocatoria pública.




2 comentarios:

  1. Una duda lingüísitica, dices "nos va a volver caínes". Entiendo que bueno no es, pero ¿qué significa exactamente?
    Por otro lado, el bombardeo que llevamos padeciendo años, décadas y casi centurias justo en sentido contrario: "compra, consume, echa la casa por la ventana porque es navidad" va a costar mucho trabajo reconducirlo.
    Siempre me ha llamado la atención como una fiesta que en origen tiene un significado religioso y que exaltaba -entre otras cosas más ocultas, como la progresión a más del tiempo de luz natural, símbolo de vida- la humildad (un establo y no un palacio) se ha transformado en la fiesta del derroche por excelencia.

    Pero más me descuadra aún que personas abiertamente no creyentes se enganchan al carro también. Y el borreguismo este de seguir una tradición que en el fondo ni te va ni te viene por el hecho de que llevamos mucho tiempo haciéndolo.

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  2. Bueno, creo que la fiesta tenía en origen un significado precristiano. La celebración del solsticio se daba en partes del mundo antes del cristianismo. Como esta religión es enormemente sincrética, principalmente en sus orígenes, y fusionó elementos de diversas culturas, incluso orientales, griegas, romanas y prerromanas, todo el tema de su celebración va vinculado a la fiesta pagana. Sin entrar ahora en detalles del mito y de la historia de la celebración cristiana, lo cierto ahora es que ha quedado postergada por el afán mercantil del neocapitalismo de nuestro tiempo. El sistema ha sobrepasado a la religión con creces, a cualquier creencia con creces y va a lo que va: a la mercancía y al aumento de volúmenes de ventas. Todo bien sabido. Otra cosa sería indagar en los mecanismos que llevan al individuo y a la sociedad a encegarse y sobrecargarse con bienes, objetos, etc. Y por supuesto, no es una cuestión de creyentes y no creyentes la de engancharse al carro exagerado de la posesión de cosas. Es algo que pica a cualquiera. En todo caso, se trataría de saber si hay gente disidente que es consecuente con su crítica, y creo que la hay, pero las actitudes modestas no se ven.

    ¿Lo de caínes? Muy particular y, lógicamente, hipotético. Con lo de colgados que estamos de este mundo que hemos creado de objetos, medios, bienes o como quieras llamarlos…si se cortara de pronto, si se careciera de ingresos, si todo se bloqueara de repente, no sé si con crack o sin crack, ¿no crees que muchos reaccionarían salvaje y agresivamente? A eso le llamo cainismo. Una licencia, pero el nombre es lo de menos.

    Gracias por comentar, Marta.

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