diario de un vallisoletano curioso
viernes, 10 de diciembre de 2010
Qué solas se quedan
Qué solas se quedan las ventanas. Cuando nadie mira tras los visillos. Cuando nadie sube y baja las persianas. Cuando nadie limpia los cristales. Cuando nadie se apoya en la baranda. Qué entereza la suya, en medio del abandono. Vieja nobleza que no se deja vencer, a pesar de su decadencia. El paseante se detiene unos instantes ante ellas. Las rinde tributo. Las reconoce. Por lo que fueron. Aún ve -cree ver, imagina, recuerda- a los habitantes de la casa levantando persianas y abriendo los cuarterones. Aún escucha conversaciones de vecinos entre balcones y ventanas de pisos superiores. Fantasmas de la memoria. Respeta su melancolía.
(Se pueden ver en el Caño Argales, edificio de la Casa del Bacalao)
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Eres un pozo sin fondo, vallisoletano, una bendición sin fondo...
ResponderEliminarUn verdadero hallazgo un blog como este tuyo, un verdadero placer.
Oh, uno es puro barro, y ya es algo ser barro.
ResponderEliminarGracias.