diario de un vallisoletano curioso

viernes, 29 de octubre de 2010

El cazador, cazado

No hay vez que no pase ante el fotógrafo en bronce que no me pare. Y que no pose ante él. Es un tic, un instante fugaz. Inevitable. Es como si estuviera viendo todavía en aquel espacio a algún miembro de la familia de los Muñoz, que sirvieron durante distintas décadas a la fotografía callejera. Ya se sabe, decenas de paisanos y foráneos desfilaron ante su objetivo antiguo. Militares y chachas, las familias con los niños, la gente en domingo. Por más que he buscado una fotografía de mi infancia salida de la factoría Muñoz no la he encontrado, pero sé que estará por algún cajón.

No puedo evitar tampoco rodear al hombre y su cámara de trípode. Una corporeidad metalizada que me atrae, y que siento cálida y entrañable. Eduardo Cuadrado, el escultor vallisoletano, especializado en figuras de calle, hace de esta figura una extraña representación fantasmagórica, inquietante y tierna a la vez para un pulso con el recuerdo. No tanto por el significado, que es obvio, sino por las formas que se diluyen y por un cierto expresionismo que se atempera en este caso para rendir un claro homenaje al fotógrafo del Campo Grande. Esta vez quiero ser yo quien atrape la escultura desde todos sus ángulos. Al final creo que no lo he logrado. Siempre es más poderoso el hombre de la lona sobre la cabeza, y esa mano que sobresale reclamando la atención y dispuesta al clic.

2 comentarios:

  1. Creo que se impone que quedemos a tomar un café. Tenemos miradas gemelas: http://laacequia.blogspot.com/2009/03/naufragios.html

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  2. Sí, creo que sí. Tal vez sean complementarias.

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