diario de un vallisoletano curioso

viernes, 29 de abril de 2011

Varadero del Pisuerga



La ribera del Pisuerga por la zona de Las Moreras es un varadero. Me apetecía hacer un homenaje a este subproletariado de las embarcaciones. Como entre los humanos también hay clases entre ellas. No en vano son productos de la mano del hombre. A su imagen, semejanza, necesidad y uso. Y como acontece con los hombres, también corren sus suertes y sus abandonos. Supongo que estas humildes barcas simplemente esperan. ¿A ser puestas al día? No se las ve con salud de hierro o, mejor dicho, con entidad de tener la madera en las mejores condiciones. Pero están pidiendo a gritos una mano de pintura, las revisiones de sus quillas, el cuidado de su interior. ¿Llegará antes del tiempo estable y caluroso? Eso, como con los humanos, ni se sabe. Tal vez también dependan de la crisis.


















miércoles, 27 de abril de 2011

La selva de Manolo Sierra



No hay un muro ni una calle ni un aparcamiento. Hay un huerto, un vergel, el campo abierto, las laderas de un monte y la ribera de un río. Hay un espacio natural que se abre paso ente las señas de la urbe. Una manigua, una selva, una jungla que penetra rebosante de follaje entre el vecindario. Hay una estrella que es un sol que es una esperanza, que emerge y se instala. Hay una hoja gigante que es todas las hojas, que es todos los frutos, que es todo el oxígeno, que es toda la sombra.

(Las calles Oración y Serafín, en la Rondilla, son callejones sin salida. Contramilagros del urbanismo de la década desarrollista de los 60 del siglo pasado. Geografía torpe que ignora a los seres humanos, imposición del ladrillo y el hormigón, ecos de la especulación inmobiliaria. Manolo Sierra pintó esos cul-de-sac hace un tiempo, supongo que a petición de la Asociación Vecinal. La calle no tiene salida, pero no sé si porque hay pared o porque te adentras en lo intrincado y te pierdes)











lunes, 25 de abril de 2011

Los niños anómalos




No me voy de esta iglesia de San Andrés, de donde queda pendiente asistir a un concierto, sin antes colgar una cosa extraña. En uno de los altares laterales hay cuatro figuras de niños de lo más peculiar. Dos de ellos son blancos totales. Los otros dos tiene el cuerpo blanco y las cabezas negras. ¿Qué representación hay tras estos seres anómalos? Indagaré. Pero si algún lector tiene idea del simbolismo oculto, ruego lo comente. Tal vez fue simplemente una caprichada de los artistas que labraron el retablo. Tal vez una venganza porque no recibieron las percepciones económicas estipuladas. Y es que a uno le gusta ver la intrahistoria, más revoltosa siempre que los simbolismos antiguos. Pero, ¿a que resulta chocante?












viernes, 22 de abril de 2011

Esperando los arpegios


Toda la infancia -ya lejana- haciendo de monaguillo en esta iglesia y te enteras ahora de algunos de sus tesoros. Eso es lo que me decía mi subconsciente. Y, en efecto, el órgano -modesto y tardío, casi de finales del siglo XVIII, cuando en Francia estaban haciendo la Revolución- ya estaba ahí. Pero su recuperación data de apenas doce años. No es el órgano de una catedral gótica ni de un excelso templo barroco, pero tiene su mérito que esté en la iglesia de San Andrés, meollo del céntrico barrio del mismo nombre. Sencillo en su estructura y decoración, posee su buena complejidad tubular. Si se observa con perspectiva, tiene algo de fachada, otro tanto de altar, otro tanto de escenario. La música edificó para sí su casa, podría decirse también respecto a este instrumento grandioso. Hay más cosas interesantes en esta iglesia que nació como ermita hace muchos siglos junto a la que se enterraba a los ajusticiados por causa de delito de sangre o de ideas.














jueves, 21 de abril de 2011

domingo, 17 de abril de 2011

La macla de Oteiza




Tan céntrica y tan desconocida. Ya he comentado en diversas ocasiones la poca fortuna al colocar estatuas en la vía pública. Pero esta vez no es por no estar bien ubicada, sino porque la ciudadanía no frecuenta el lugar. Cuando se remodeló San Agustín para sede del Archivo Municipal también se hicieron diversas intervenciones en su entorno, bien en su lateral recolocando trozos de un claustro, bien en su ábside, situando un pequeño jardín y unas lápidas de tumbas. En una zona intermedia casi dando al Paseo de Isabel la Católica va una de las obras del complejo escultor abstracto vasco Jorge Oteiza, lo cual me parece un lujo.





La composición, a la que el artista llamó macla, merece que se la visualice desde el exterior de todo su perímetro. Girando en torno a ella, tal como he sacado las fotografías. Me temo que el lugar nada transitado (nunca he visto gente entrando en ese espacio, se limita a pasar por la acera de la calle que baja al Paseo) la hace una escultura absolutamente ignorada. Independientemente de que a mucha gente lo abstracto no le diga nada, pero ése es otro tema. No obstante, valoro el lugar, la escultura encaja allí. Lo que pasa desapercibido para el disfrute del paseante son los detalles exteriores del conjunto. Pero ahí está.





domingo, 10 de abril de 2011

Al abordaje de la carabela



Estos días pasados, que ha hecho tan de verano, los piratas se han conjurado para asaltar la carabela. Qué tendrá el navío, qué tendrá. La temporada de caza y captura se ha abierto. Álex no ha querido ser menos, y ahí está, escalando por las maromas, a por el control de la nave. Quedan muchos días de buen tiempo por delante para realizar nuevas travesías y abordajes. Y los niños lo saben.












viernes, 8 de abril de 2011

Postal de Valladolid


Perspectiva de otra época y lugar. El tiempo, detenido. En mi juventud el encalado de la calle era el blanco, descascarillado y con pátina, pero blanco. No sé si estos colores de ahora están fundamentados en los cronistas e historiadores. O si se trata de ocurrencia de los técnicos municipales. Son diferentes. Un tanto carmelitanos más que siena. Pero el ángulo hace creer que la calle permanece. Los muros de los dos conventos son los pilares de la estructura vial. Sin ellos, la barbarie urbanística tardofranquista se la habría cargado. Literalmente. Calle de Santo Domingo de Guzmán. Historia. No sé si en estado cuasi puro o de tendencia a parque temático. Pero me sigue produciendo admiración.


Antipostal de Valladolid


Y de pronto, la sorpresa. La misma calle de Santo Domingo, desde otra perspectiva. Lo poco que se cuidan los detalles. Ah, que también viven vecinos. Claro. Ah, que hemos avanzado en este país, en esta ciudad y en este barrio en cuestión de limpieza. Bueno, sí, claro. Que ya no es aquello de ¡agua va!...pues para chasco. Y sin embargo, ¿nadie se da cuenta de que esta calle es única en la ciudad? ¿Que hay que mimarla, que hay que enseñarla a los visitantes, que hay que soñar cuando se pasea por ella, que hay que contemplarla y verla en su pasado más que en su presente? No sé si es cuestión de detalles, o de que la administración es terca. De todos modos, también es historia esto de los contenedores. ¿Estarán ahí para que comparemos?


Postal de Valladolid (otra)


Casi casi logramos tener el ángulo perfecto. Pero es porque nos hemos situado en un punto donde el monumento parezca rescatado y lucido espacialmente. La modesta fachada del Convento de Santa Isabel no pide demasiado exhibe sus líneas pudorosamente. Pararse a mirar.

Antipostal de Valladolid (otra)


Nos movemos un poco…¿Dónde la fachada? Primero un bosque sobre el asfalto: bancos de factura moderna (son relativamente discretos, ¿pueden pasar?, aunque demasiado bancal y excesivo hierro), señales de circulación, espigada farola vertical de factura nueva y pose chulesca (no puede pasar) que riñe con la estética de los faroles estilo antiguo que hay sobre los muros, árboles recientes (antes no había, pero un árbol casi siempre puede pasar), otro tipo de pegotes a la derecha a nivel de suelo, que no recuerdo si son también luminarias de base o qué…¿No se concentra una exagerada cantidad de mobiliario urbano en un espacio justo, ni mínimo ni máximo? Sí, es la entrada a la calle retratada en los posts anteriores, junto al Archivo Municipal.

jueves, 7 de abril de 2011

Ladrones de plantas



Imbéciles ladrones de lo público. Hace cuatro días que se han plantado flores y plantas nuevas por la zona de los juegos de los niños en el Campo Grande. Pues bien, ayer ya faltaban algunas. La huella del robo era palpable. Pero si cuestan cuatro perras, hombre. Nunca entenderé la psicología aprovechona e insolidaria de los ladrones y destrozadores de bienes públicos. Si lo hacen porque les viene de perlas tenerlos en sus chalés (no nos vayamos a creer, porque igual son pudientes los chorizos) o en sus macetas, que se vayan al vivero. Si lo hacen por fastidiar al ayuntamiento, diríjanse directamente a la Casa de la Plaza Mayor y expresen allí sus supuestos descontentos. Sigue habiendo mucha miseria cultural, luego moral. En fin. Por lo demás, da gusto ver cómo se está repoblando el parque y cómo cada día es primavera diferente.

miércoles, 6 de abril de 2011

La pasión como rompecabezas



A veces los rompecabezas de Ginés están cargados de pasión. Debe ser porque debajo había otros carteles que anunciaban una comedia salvaje. O él iba preparado para una transgresión y se encontró con que otro había llegado primero. Como siempre, en el bolo del Caño Argales. Espectacular.



lunes, 4 de abril de 2011

Los sótanos de Le Bistró



Este comentario no es anuncio, pero tampoco me importaría un bledo que lo fuera. Porque la alegría que procura ver la recuperación de unos sótanos es inmensa. Valladolid está necesitado de gestos como éste. En la calle Teresa Gil, próximo a la Fuente Dorada, hay un nuevo bar y restaurante. Se llama Le Bistró, así, en plan castellanización del francés. El edificio debe tener ciento y muchos años. Como en muchos caserones del centro de la ciudad dispone de un amplio subterráneo construido con sillares de piedra y arcos y muros de ladrillo que impacta. La solidez es evidente. Que aún se piense en recuperar en vez de en destruir, sea cual sea el uso, destino y negocio, habla a favor de los que ponen en marcha un establecimiento. Es para felicitar a la gente de Le Bistró. Recuperar la entidad arquitectónica de un edificio es recuperar memoria e historia. Es preservar legado. De la comida habrá tiempo de hablar. Ahora tocaba sólo la sorpresa de un lugar recién abierto.