diario de un vallisoletano curioso

sábado, 8 de enero de 2011

La calle, motorizada

Incluso los que no tenemos un especial espíritu motero disfrutamos (algunos dicen soportamos) de alguna de las parcelas del espectáculo de masas que es esto de los Pingüinos. Por supuesto, primero hay que tener talante y paciencia para aguantar las aglomeraciones y luego resistencia para adaptar la trompa de Eustaquio a los decibelios y sacrificar un rato los alvéolos pulmonares al monóxido y otras pestes.

Lo primero que piensa uno es que se trata de un encuentro hiperorganizado y con buen rodaje de la gente que lleva la moto en las venas, lo cual tiene su aliciente, nadie lo niega. Pero ésta es la primera mirada, la oficial, digamos. Lo segundo es que se trata de la fiesta de la hostelería vallisoletana. ¿Dónde comerá y dormirá tanta gente? Supongo que mañana dirá la monocorde prensa local que fue un llenazo de hoteles en la capital, el alfoz y a mil leguas. Lo tercero, que la administración se apuntará al éxito turístico de que Valladolid sale en primera plana de los telediarios por otros motivos que no sean la boca ligera del primer edil.


El paseante curioso, que normalmente huye del ruido y el follón de masas, no ha tenido inconveniente este año en meterse en harina de tubo de escape. Por si le tocaba en algo la mística particular del amante de la motocicleta. Uno, que ya peina canas, no se ve a sí mismo metido en chupa, botas, casco y traje completo, pero admira el gasto desmesurado que se exhibe en los alrededores del Campo Grande y Acera de Recoletos. Tema aparte, por no decir central: las máquinas de alto nivel que conduce el personal. ¿Crisis, qué crisis?, exclama un disidente que pasa a mi lado. Y entonces pienso en que me gustaría cuantificar la millonada en euros que hay desplegada ante mis ojos.



Para no dejarme engatusar por malos pensamientos y deseos impuros, me dedico a fotografiar detalles. La estética no tiene precio (lo tiene, y se paga) y gusta mirar no sólo el alarde mecánico de lo último, sino las viejas glorias tipo Lambretta, Montesa o Moto Guzzi Hispania (por cierto, las más fotografiadas) También algunos tipos que han llegado hasta aquí resultan curiosos en sus looks o parafernalias. Y los espectadores, pues como siempre que hay espectáculo en la ciudad. A tomar la calle y observar entretenidamente el despliegue. Se libra algún alma cándida pendiente de su galleta, que mira para otro lado.




11 comentarios:

  1. Ay las motos, ay las motos, ay las motos.
    Y ay los pingüinos.

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  2. Me encantaría ver un espectáculo así, lo que no resisto es el ruido, me gustan las motos pero me dan miedo, tengo una amigo motero, son un grupo de unos 15 que van en Harley Davidson, con sus atuendos y cosas excéntricas, me encanta verles, pero claro la cantidad que se han reunido en tu ciudad nada tiene que ver con este grupito, las aglomeraciones, tambien huyo de ellas. Un saludo

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  3. Un espectáculo anual que no hay que perderse.

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  4. Gracias, Carlos, pero solo buscaba la parte que no fuera tan exaltadora de las motos. Pasa cuando quieras por el blog.

    Bienvenido.

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  5. Ángel, también yo siempre he dicho ay. Habría que hablar sobre el tema. Buscaba elementos diferentes, pero tampoco vi excesiva imaginación. El culto a la moto lo llena todo y los motoristas buscarán encontrarse entre ellos, no lo dudo, pero lo que les va exhibir sus máquinas, su parafernalia y sus parejas. En fin, tiempos...

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  6. María Eugenia, bienvenida. Sí, espectáculo lo es, espectáculo de masas y mucha fiesta de hostelería, que son los que se benefician del tránsito de miles de individuos. ¿Ruido? Todo el que quieras, y algunos se creen más machotes por redoblar el acelerador. Aunque este año me ha dado la impresión de que han estado más comedidos.

    Aunque las aglomeraciones no me van nada, esta vez quise meterme como peatón entre las motos por eso de buscar la foto.

    Pásate cuando desees.

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  7. Pedro, ratifico lo que tú dices: espectáculo.

    Aunque uno puede pasar el sábado y el domingo perdiéndoselo, y no sucedería nada.

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  8. Una preguntita: la mujer que se asoma al balcón vestida de "uniforme" -bata negra, MANDIL blanco.. esto.. ¿es de algun establecimiento hotelero de altoestándinggg, o de una vivienda privada? Porque tiene miga la cosa, a estas alturas de los siglos ver aún esos uniformes "de servicio". Y lo digo sin querer ofenderla -a ella-, que otra cosa diría de los "empleadores".

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  9. Cómo eres, Casi. Me dan ganas de dejarlo en duda, pero no, en honor a la verdad creo que se trata de una empleada de cierto hotel de la Acera de Recoletos dispuesta a colaborar en el evento con los globos de colores.

    Ahora bien, quedar aún quedan ciertos hogares "nobles" donde se exige a sus sirvientas el uniforme, como mandan los cánones.

    Buen día.

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  10. JuaH!: no me lo puedo creer que todavía haya gentes asín, tan nobles y encopetadas. ¡Cielos! ¿Y no les van desenrollando una alfombra a su paso por las calles?

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