diario de un vallisoletano curioso

domingo, 8 de agosto de 2010

Una caja de galletas


Siempre me entusiasmaron las cajas de galletas. Me refiero a las de hojalata de antes. Esos recipientes paralelepípedos que, una vez vaciados de su contenido primigenio, se convertían en pequeños archivos de recuerdos. Antiguamente, y no hace tanto tiempo, cuando había menos de todo, cuando el consumo no era de usar y tirar enseguida, las cajas de galletas jugaban un papel fundamental en las casas. Por lo que veo no soy el único al que le gustan, ni el único que las utilizó para guardar canicas, cromos y pequeñas memorias.

Hace dos años los hijos del fotógrafo Agustí Centelles, cuando ya pensaban que disponían de todo el material fotográfico de su padre, se toparon con una caja de galletas que contenía los negativos de ochocientas fotografías. Mejor lugar no podía haber encontrado Centelles para su peculiar uso coleccionista o, mejor dicho, para ocultarlos con poderosas razones de seguridad. Centelles los preservó en ese pequeño contenedor común seguramente porque tenía sobradas razones para poner a salvo su trabajo fotográfico de antes y durante la guerra civil, y el de su internamiento en un campo francés al acabar ésta. De hecho, una parte de su obra ya había sido requisada por el gobierno franquista y otra confiada a un amigo durante décadas en la ciudad francesa de Carcasona.

Hoy podemos contemplar esta caja y una amplia muestra de fotografías en la Sala de Exposiciones Municipal de San Benito. Durante un tiempo su obra se vallisoletaniza. Y puedo asegurar que la acogida que está teniendo la exposición, y eso que es verano, es de primera.



2 comentarios:

  1. Vengo de ver la exposición.
    Llevaba queriendo verla desde antes de vacaciones y no habia podido.
    Muy ,muy interesante

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  2. Extraordinaria. Vale más que cien clases tradicionales de Historia. Es Historia Viva.

    Besos.

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