diario de un vallisoletano curioso

viernes, 27 de agosto de 2010

Tras la puerta verde

Ciertamente que no se trata de una puerta cualquiera. Porque tampoco es cualquier edificio. Como acontece en casi todos los edificios de la ciudad, incluso en los más nobles, éste también ha pasado de mano en mano. Y así primero fue de un vizconde y luego de un gobernador -y desde su origen han transcurrido casi seiscientos años- para que ya con los Reyes Católicos -que se casaron en él, por cierto- se le destinara a un menester especialísimo.

Por esa puerta, no sé si en sus primeros tiempos sería verde, han pasado labriegos y menestrales, militares y civiles, nobles y plebeyos, latifundistas y asalariados, rentistas y arrendados, artesanos y probablemente hasta clérigos…Por lo tanto, no son unas aldabas cualquiera, ni unos clavos más, ni un postigo como tantos. ¿De qué se trata, entonces? En este caserón se dirimieron durante siglos las querellas judiciales de gran parte de España, si no de toda. Aunque andando el tiempo el exceso de actividad y las distancias llevarían a crear otras audiencias. Se trata por lo tanto, de la denominada Real Chancillería, el máximo tribunal de justicia.



Sean o no los originales esos herrajes que exhibe el portalón imponente, transmite una sensación de seguridad, de fortaleza, de guardián de la última palabra, de palacio de la jurisprudencia. Cuántos inocentes y cuántos culpables pasarían por el zaguán de entrada, para salir no se sabe si más inocentes o más culpables, o cambiando las tornas. Uno imagina los miles de legajos que se tenían que mover, con informaciones harto complejas sobre tierras, obras, bienes en fin, y sus propietarios y sus reclamantes. Uno imagina los desplazamientos de gentes de otros lugares de la península -aunque cabe pensar que en Valladolid hubiera una abundante corte de procuradores y abogados- y el tiempo dedicado a una causa. ¿Cuánto tardaría en estudiarse una causa, armar un procedimiento, procesar y dictar sentencia? ¿Cuántos no pasarían a mejor vida mientras se tramitaba la tarea de impartir justicia?

El viejo caserón, sucesivamente renovado a lo largo de siglos, y conocido también como Palacio de los Viveros -iniciales propietarios del primer edificio- de esta Real Chancillería tenía adjunto, por lógica del asunto, una cárcel (hace días expuse fotografías exteriores de la misma) y conserva también un archivo abundante, seguramente a medio analizar su contenido. Este severo y riguroso edificio preserva secretos -¿cuántos enigmas, silencios, confidencias, trueques, corrupciones y pugnas interjudiciales no guardará entre sus muros?- que permanecen en el silencio de siglos. Ay, si esta maciza puerta de clavos y aldabas hablara…

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