Un mural interior

Hay detalles que están visibles por la calle y no vemos, y otros que permanecen resguardados en la intimidad de una vivienda y que a veces podemos ver sólo por casualidad. Lo normal en un piso es que la gente cuelgue cuadros de mejor o peor gusto. Reproducciones de imágenes célebres, pósters de moda o pequeñas obras autodidactas salidas de la mano de un jubilado o un artista casero. Pero lo sorprendente y excepcional es que te topes con la pared entera de un cuarto entregada a un mural. Éste, que fotografié hace tiempo, acaso siga en el mismo sitio. ¿Dedicación de un grafitero a los habitantes de la casa? ¿Puro placer de contemplación? ¿Contenido social o simbólico? Preguntas de las que no creo que consiga respuestas. Pero algo está claro. Si todo lo que hace el autor es de esa guisa no me dolerían prendas en encargarle alguna evocación. Es una obra maestra tipo cómic para endulzar el vivir y el recuerdo de unos moradores. Siempre, una hermosa expresión, cálida y sentida.