diario de un vallisoletano curioso

lunes, 23 de agosto de 2010

Calma y amable Rosa

Me gustan este tipo de esculturas de calle. Más por su expresión formal y la simbología sencilla que por la dureza que transmiten los materiales. Me gusta que de un personaje no se haga una exaltación desmesurada. Que, en este caso, se considere a la escritora en su normal cotidianidad. Que se la sitúe en el espacio compartido de los ciudadanos, la calle. Que lo simple defina su oficio. Que lo representativo de éste se encuentre cotejado con mesura. Que se resalte lo principal: el ser, la mujer. Que no se hagan aspavientos ni guías del saber vivir ni épicas ni mensajes trasnochados. Que no se trate de cumplir con una ingratitud a la que esta ciudad se abonó durante tanto tiempo con sus hijos, sobre todo aquellos que no tuvieron cartel ni compartieron tolerancia de los vencedores.

No es del todo auténtica esta escultura. Rosa Chacel apenas vivió en nuestra ciudad unos pocos años de infancia. Se sentaría en un banco, pero nunca como mujer madura. Y sin embargo, hay algo de atrayente en el monumento. Y es que la vincula más allá del tiempo que ella pasara en su ciudad natal. Que hace saber a los viandantes de su existencia (¿cuántos cotejarán en sus casas al menos la biografía de Rosa?, ¿cuántos se habrán aproximado a alguno de sus libros?) Que la rescata de sus periplos de vida (sus viajes, su exilio político y vital, sus nuevas ubicaciones en América) para adoptarla de nuevo. Es como si los avatares de una España rota, que no le permitieron seguir en su geografía, se curasen un poco con este reconocimiento.

¿Se siente de verdad el espíritu de esta mujer tranquila en un banco de la Plaza del Poniente? Creo que sí, se haya leído o no su obra. Dulcificando la corriente de tráfico que bulle a sus espaldas, Rosa Chacel habla al paseante. El niño lo comprende y se dirige a ella. Para mi, ése es el verdadero triunfo de una escultura. Que deje que los ciudadanos se acerquen a ella.


(La obra es del escultor vallisoletano Luis Santiago Pardo, el mismo autor del relieve a Guillén en la calle Constitución y el conjunto Homenaje a Guillén y a la infancia dentro del parque del Poniente, que sacaré otro día)

6 comentarios:

  1. Ya he visto que tienes ya asociado el blog que te digo

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  2. La primera vez quevi esta escultura me quedé de piedra, me encantó! Me gusta muchísimo que "metan" esculturas entre lo cotidiano.

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  3. Sí, Bati, lo descubrí el otro día, no estaba seguro.

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  4. Patigochi, te veo de vuelta (por el blog) ¿Ves? Una escultura con otro carácter más próximo a nosotros es lo que nos gusta a muchos. Pasaron los tiempos de los condottieri, de las gestas, de los santos o de los vates que casi nadie conoce. Claro que hay que reconocer que no es oro todo lo que reluce. Hay estatuas muy rígidas por ahí, el hierro es muy duro y sortearlo no es nada fácil. Yo creo que con Rosa Chacel el artífice lo logra. Su gesto, su relajación, sus atributos expuestos sencillamente...qué diferencia con el Zorrilla aireando la mano y el libro. Cuando vengas por Valladolid debes darte buenos paseos. Si este blog te sirve de guía antiguía, pues me alegraré.

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  5. Sí, ya estoy aquí, que con el veranito he tenido internet bastante olvidado, jejeje.
    Sí, me encanta pasear por Valladolid y quedarme embobada con muchas cosas. Me encanta sobre todo ir mirando hacia arriba porque tenéis unos edificios preciosos.
    El día 3 voy para allá a pasar las ferias, qué ganas tengo!

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  6. ^Pues si te gusta, pásate y paséate a descubrir lo que otros miran pero no ven. Saludos.

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